En el otoño de 2016 cumpli una promesa que le había hecho a mi mujer Marta, recorrer con ella algunos de los maravillosos lugares que ya había recorrido yo en solitario en 2015.

Habiamos vivido tres años en la India y a pesar de conocerla bien, nos seguía atrayendo. Marta fue muy valiente y no dudo en decir que si, a pesar de que ir paquete en moto no era algo que hiciera habitualmente.

Esta historia es de uno de los momentos más intensos durante aquel viaje, una caída a 4000 metros en el Himalaya.

La alta euforia

Dejando cabos sueltos a dioses y a fechas propicias llegamos a Delhi.

Desde la primera vez que vi la moto en la tienda de Karol Bagh de mi amigo Rahul, hasta la caída, el viaje iba perfecto. 

“Burry” era una moto nueva y habíamos pasado los 500 km desde Kalka, vía Shimla – Rackham – Kalpa – Nako, hasta  Tabo. Desde los 600 a los 3.500 msnm.

 

Día siete de viaje en moto

Era el día de moto menos duro desde el principio del viaje, solo 50 km a Kaza. Ese día un desprendimiento nos mantuvo a la espera tres horas antes de pasar el control de Sumdo.

A mitad de ruta teníamos el Monasterio de Dankhar, a casi 4000 metros de altitud.

Llegamos cerca del mediodía y Marta se dió un paseo por la Gompa con 1200 años de historia.

Esperé afuera con la moto mirando el gran precipicio hasta el río, salpicado de casas y huertos.

El edificio principal del milenario monasterio está asentado sobre unas puntas de rocas, como un castillo de arena.

Parece que el cualquier momento se puede caer...

La caída

Con el calor sofocante del mediodía seguimos camino de Kaza. La carretera era estrecha pero estaba bien asfaltada y acompañaba al río Spiti dejandolo a la izquierda.

Sólo nos quedaban once kilómetros para llegar a Kaza y poder descansar un par de dias.

Al final de una recta ví un camión que venía de frente.

Por mi experiencia viajando por India en moto sabia que el camión no se apartaria y que la moto, el vehículo más pequeño es la que se tiene que apartar. A pesar de ello no reaccioné a tiempo y pense que el camión dejaría algo de espacio por el asfalto.

Tarde y mal abandoné la calzada entrando en el pedregoso arcén. Entonces terminé de arreglarlo frenando demasiado con la rueda delantera.

Nos fuimos al suelo. La rueda delantera derrapó hacia la carretera, cayendo la moto y nosotros sobre el costado derecho.

La bronca

Nos quedamos casi sentados en la moto y miré atrás preguntando a Marta si estaba bien. Dijo que sí pero la pierna derecha la tenía entre el escape, la alforja y el suelo.

Levante muy poco la moto y Marta pudo ponerse de pié mientras me dirigia una mirada de pocos amigos. Dejé la moto apoyada en las piedras y me acerqué.

Ademas del gran susto estaba muy enfadada. Al poco tiempo se acerco un camión idéntico al que no esquivé que paro para ver que pasaba. Llevaba tres trabajadores de mantenimiento de la carretera. No hablaban inglés y les dije que siguieran.

Marta se sentó sobre una piedra mirando el río. Estaba llorando.

Mientras, yo intentaba arreglar la moto, pues no me arrancaba le decia que estuviera tranquila. Además de romper la luces de giro de la derecha, el acelerador estaba trabado.

Llega la ayuda

Estaba intentando reparar la moto con el unico fin de poder llegar a Kaza cuando escuché el ruido de una moto.

Me dí la vuelta y vi acercandose a lo lejos una Bullet 500cc con una pareja.

Al llegar a mi altura se pararon. Él chico era Indio y se presentó en perfecto inglés, se llamaba Antik. Le dije que nos habíamos caído y que tenía un problema en el acelerador.

Su acompañante era una chica con aspecto de europea. Con un marcado acento francés me dijo que estaba de vacaciones en India.

Victoria enseguida me preguntó si mi mujer estaba bien y ofreció su ayuda. Le dije que adelante.

Rápidamente bajó de la moto yendo hacia Marta que seguía sentada mirando el río o mas bien con la mirada perdida.

Dos ángeles nos sacan del infierno

Antik fué en busca de un mecánico a Lidang, un poblado a dos kilómetros en la ladera de la montaña. Seguí trabajando con el acelerador.

Me giré y ví a Victoria sentada junto a Marta con el brazo por encima de sus hombros.

En ese momento llegó la calma, doblegando al pánico que genera una caída.

Los viajes de aventura son una montaña rusa de emociones muy intensas.

Encuentro en Losar

Al día siguiente teníamos el Kunzum Pass de 4.590 msnm.

Losar es el último poblado y alli paramos para estirar las piernas. Eramos los unicos turistas. Cuando nos disponiamos a partir de nuevo llego un coche.

Se bajaron Antik y Victoria! Con la alegria de verles, compartimos un chai y charlamos. Que casualidad!

Esa noche íbamos a dormir en el mismo campamento en el lago Chatandral. Quedamos en vernos en el paso y reanudamos el viaje.

Largo día

Después de hacernos fotos con nuestros ángeles de la ruta en Kunzum Pass, quedó una tarde dura, la subida a Chandratal.

Antes de cruzar el puente de Batal, seguimos una pista hacia el norte por un barranco entre picos de siete mil metros hasta el collado del lago de la luna.

Fue la peor parte del viaje para Marta. En varias ocasiones se tuvo que bajar de la moto para cruzar ríos y bancos de arena.

Justo antes de anochecer aparecio a lo lejos el campamento en el que dormiriamos.

Nada mas verlo, Marta se bajó sin pensarlo dos veces de la moto para hacer el resto del camino andando.

Estaba muy cansada. El viaje por pedregales y barrancos a 4.500 msnm habia sido agotador. 

Nos vemos

Antes de que regresara Antik del pueblo conseguí arreglar el acelerador.

Mas tranquilo por estar arreglada la moto, charlamos un rato.

Nos contaron que estaban haciendo la misma ruta que nosotros en coche con conductor. Ese día habían alquilado la Bullet 500cc en Kaza para ir de excursión por los monasterios de la zona.

Nos despedimos de ellos dandoles las gracias y un gran abrazo.

Siguieron su camino y nosotros el nuestro hacia Kaza.

Bonita noche

La gran tienda de campaña con camas y baño privado en Parasol Camps en Chandratal nos parecio el mejor palacio del mundo.

Al caer la noche, después de un espectacular atardecer donde disfrutamos viendo el sol ocultandose por el valle, nos llamaron para la cena.

Fue una noche especial que compartimos entre licores, dialectos y unas buenas risas con Victoria y Antik.

Marta les preguntó si al día siguiente podía ir con ellos en el coche y dijeron que encantados.

Pero el que estaba más que encantado era yo.

El día más duro del viaje, por la parte más agreste iba a ir ligero, sin paquete, ni equipaje!

Un día para poner arriba en el ranking

Salí del campamento con el parabrisas lleno de hielo.

El sol aparecía allí abajo entre las montañas. Los rayos superaban las cumbres con destellos, cambiando los colores de todo.

Iba gozando a la grande de la moto y el espectáculo. Los torrentes, arenales, pedregales, pasos con vértigo igual que la tarde anterior, pero disfrutando de otra manera.

Llegué a la ruta principal demasiado rápido y me crucé con dos camiones, dandoles los buenos dias… y tan buenos días!

Después del puente de Batal paré a esperar al coche con Marta y mis nuevos amigos, mientras me tomaba un rico chai y me fumaba un cigarro.

Fue de esos que saben mejor que un Cohiba.

La sensación de niño feliz

Fueron unas largas horas de gozar a lo grande con la moto.

Este día lo recordaré para siempre como uno de los mejores de mi vida.

Con los pies calados llegué a Chhatru, super contento y allí estuve un rato dando gracias por la suerte de haber vivido esta gran aventura.

Poco después llegaron en el coche Marta, Victoria y Antik.

Después de descansar en el chiringuito seguimos hacia el famoso Rohtang Pass.

Cuando agarré el reluciente asfalto al principio de Rohtang,  empecé a gritar emocionado y a dando gracias por todo lo que tenía alrededor y lo que había vivido aquel día en la moto.

El resto de el viaje, mapas, vídeos, aquí:
https://blog.aventuraenindia.es/category/spiti-valley-himalaya-motocicleta