De Red Hills tuve que salir un día antes de mi previsión y no tenía nada atado. Acabe en una casa de huéspedes, unos 25 km en la dirección de la ruta del día siguiente, que sabía que era especial, por que me lo había dicho Pablo. Con el amanecer salí hacia el este por pequeñas carreteras entre valles y colinas de granjas y plantaciones de Té. Después subí un puerto de montaña increíble rodeado de plantaciones de Té, para luego girar hacia el oeste 45 grados y bajar sin motor una fantástica ladera con vistas de las montañas y los valles de los Western Ghats, con sus poblados de colores cerca de los picos.
Una vez abajo pasé por un pueblo fantasma con una presa y su central hidroeléctrica, para seguir bordeando y bajando barranco por un valle que de verde Pirineos pasaba a seco Almería. Abajo llegué a la barrera de la reserva de de Attappadi y después de registrar mi entrada seguí por una pista polvorienta de unos 10 km que me llevó hacia un nuevo valle, en el que el paisaje seco se convierte en tropical poco a poco, para empezar a ver campesinos y cruzarme con algún un auto rickshaw. Había llegado de nuevo a la civilización.
El paisaje se convierte en idílico llegando a la reserva nacional de Silent Valley, con sus picos al fondo durante kilómetros y kilómetros de curvas y preciosos arboles dando sombra.
Lo bueno termina poco después para hacer unos 70 km por carreteras con mucho tráfico, camiones y autobuses. Después en Pollachi, giré hacia el sur y después de largas rectas al fondo se ven los picos del Valparaiso que poco más tarde, dejando descansar a Five, tendré que hacer en una preciosa subida por un acantilado, por una buena carretera destino hacia el jardín de los dioses, mas que nada por el tamaño de estos.
Una vez arriba tuve el placer de alojarme en los bungalows de Stanmore, una de las plantaciones de Té más grandes de Valparai. Toda una experiencia de Sir y por supuesto con vistas a la fábrica para ver bien que todo está funcionando.
Al día siguiente dimos un paseo por la plantación y aquí sobran las palabras… Sigo buscando paraísos 🙂
¡Qué pasada, Dani!
si si, cada sitio con su toque único 🙂