Llevo tres días en la playa, en Nileshwaram al norte de Kerala, una zona muy poco turística, como a mi me gustan. Estoy contento por que estoy encontrando alguna de las cosas que vengo a buscar a India. Excelentes lugares, lejos del mainstream turístico, que me van a permitir diseñar nuevas rutas para Aventura en India. Hoy he llegado al hotel Neeleshwar Hermitage y me he quedado con la boca abierta. Creo que pocas palabras y un vistazo a estas fotos es suficiente. Sólo decir que lo añado a mi lista de sitios perfectos para hacer un retiro de cuerpo y mente, clases de yoga gratis por la mañana, tratamientos ayurvédicos, clases de cocina… Y un excelente servicio que hace que estés sonriendo durante todo el día 🙂
Después de romper la moto en Kunigal y pasar casi una semana un poco confusa en Bangalore, en busca del futuro, el premio ha llegado estos dos últimos días en plena naturaleza viva. Puede que Chettimani sea el sitio de montaña más precioso en el que estado en India, lo siento por el Himalaya.
Los colonos ingleses llamaron de este sitio la Escocia de India, como siempre mirando su propio culito, algo muy inglés. Lo único que tiene esto de Escocia son las vacas, Kodagu está en trópico de cáncer y si los ingleses hubiesen estado en Costa Rica hubiesen estado mucho más acertados con el apodo.
He estado en un vergel tropical, rodeado de campos de pasto, de plantaciones de especias y de café. De hecho mi casita estaba en medio de una plantación de café y al atardecer cada ida y venida podía oler el aroma de la planta, qué sensación inolvidable.
En frente de ella he tenido un enorme pastizal, en el cual he contemplado con mucha calma el día a día de las vacas y de los campesinos.
También abundan en Kodagu los huertos con todo tipo de frutas tropicales y otros vegetales comestibles. Pasear entre los cultivos y observar como la naturaleza en estado puro es tan sabía dando todos esos manjares, es algo que conviene ver con detalle y recordar para siempre.
Es un sitio magnífico para hacer senderismo por las colinas y la jungla. Ayer por la mañana hicimos una ruta de tres horas atravesando primero campos de café y especias, para luego entrar en plena jungla. Allí vimos una caca enorme de elefante salvaje, algo más emocionante que ver a los elefantes encerrados en un campo de entrenamiento, domados y sumisos ante el que les pone la comida.
La fauna salvaje la completan las aves, las cuales se dejan ver sorprendiendo de vez en cuando, con sus llamativos colores. Te acompañan mañana, tarde, y noche con sus cantos y graznidos de muchas clases y tonos diferentes, una sinfonía de la naturaleza.
Lugar para estar 10 que te remata con un trato familiar exquisito, todos los detalles que no esperas en India y te tumba con una cocina casera autóctona, sabrosa y rica, en la que puedes apreciar en el paladar la frescura y calidad de las especias y los otros ingredientes. A la hora de partir, mucha nostalgia y no querer marchar…
Quién iba a decirme hace casi cinco años cuando llegué a India que ahora mismo iba a andar solo por el sur de India con un hierro llamado Royal Enfield. Recuerdo que lo primero que pensaba es que era imposible conducir una moto en India, que tenias que estar majareta, así que de moto nada, no Enfield, ni Vespa… ni Yamahita, NADA!!!
Así estuve casi hasta el último año, en el que gracias a Deivid, conocí a Pablo Motos, no el de Antena 3, el de Rakatanga Tour 🙂
Poco después de conocer a Pablo, hicimos una salida de fin de semana cuatro amigos de Delhi con él. Fue la primera vez que llevé una Enfield en India.
El martes salí de Balur Estate muy pronto con 280 km por delante para llegar a una reunión de negocios en Bangalore. Pare dos veces, las dos a poner gasolina, paradas de no más de 15 minutos. La carretera era buena y no había tráfico. Mantenía una velocidad de entre 70 y 80 km por hora. Cuando de repente, en una recta larga con una ligera subida, empezaron a replicar las campanas. No me asusté, llevaba días preparado para que pasase algo…
Y hoy dentro de un rato salgo hacia Kunigal, donde se quedo la moto que ya está reparada, a seguir mi camino hacia Mysore. Eso espero…
Ha sido un verdadero placer pasar un par de días en Balur Estate. La finca produce café desde hace unos 160 años y da trabajo a unas 400 personas. Las antiguas casas de los señores de la finca han sido convertidas en casa rural. Está en plenos en plenos Western Ghats en Karnataka, a 100 km de aeropuerto de Mangalore.
El segundo día hice un paseo de tres horas por la montaña acompañado de los guardias de la finca y fue una verdadera maravilla a travesar los campos de café y la jungla tropical. Es un destino al que se puede venir todo el año. Está a un altitud de 1000 metros y la mejor época para ir y ver en pleno funcionamiento la finca es entre noviembre y enero.
El paseo que pude hacer por el poblado de los trabajadores fue una experiencia auténtica. Poco a poco fui subiendo la cuesta por el camino. A mi izquierda y derecha estaban las casas, con algunos miembros de la familia haciendo sus labores. La comida, la colada, cuidando de los niños pequeños. Me invitaron a ir a una casa en lo alto de la colina. Allí ya me acompañaba revoloteando un montón de gente. Uno de ellos salió de la casa con este pájaro herido que estaba cuidando, para que le hiciese un foto…