El Gran Tour por el Himalaya discurre por el actual estado Indio de Himachal Pradesh, llegando hasta Spiti. Antiguamente era parte del Reino de Tíbet, uno de los más remotos lugares del planeta. El tour desde Kalka a Manali lo hemos hecho en nueve días de moto que han sido todos muy diferentes, con retos varios. En total han sido unos 1000 km por carreteras de montaña de la cordillera del Himalaya.
La moto elegida ha sido una recién estrenada Royal Enfield Himalayan que se ha portado de maravilla, Burry para los amigos. Si no hubiese podido hacer el tour la Himalayan, jamás me hubiese llevado a Marta detrás en una Bullet. La diferencia es muy grande, aunque no digo que no se pueda hacer con la Bullet. La suspensión de la Himalayan es lo que hace que no sea una tortura para ambos pasar el día sobre la moto. A pesar de cargar dos personas con equipaje, alforjas y mochila, la moto además de tener potencia de sobra, se ha comportado como una super Trail, muy ligera y cómoda.
Primera etapa: Kalka – Mashobra
Son unos 100 kilómetros de intenso trafico loco, subiendo desde los 600 metros hasta los 2300 metros. El día se hace duro ya que salimos desde la estación sobre las 12 del mediodía. Llegamos a Mahasu House sobre las 5 de la tarde,. Eso sí, con la sonrisa en la boca, ante el espectacular hotel boutique de montaña en el que vamos a descansar.
Segunda etapa: Mashobra – Sarahan
Por la mañana temprano salimos de Mashora hacia Sarahan con un día largo de 155 kilómetros de carretera de montaña. El trafico es mucho menos intenso que el primer día, aunque atravesando los pueblos todavía hay que esquivar de todo.
Tercera etapa: Sarahan – Rakchham
Empezamos la bajada de nuevo hacia el valle del río Sutlej para seguir hacia el este por la Hindustan-Tibet Highway hacia Sangla. La jornada termina en Rakchham, después de 110 km, muy cerca de la frontera con china, solo a 45 km.
La carretera empieza siendo un estrecho corte sobre el precipicio del valle, asfaltado en un estado aceptable. Luego hay tramos que los continuos desprendimientos rompen llenándolos de baches o haciendo desaparecer del todo la carretera.
Llegamos a Rackhham para disfrutar de una tarde en un remoto valle de montañas de 6.000 metros. Este pueblo es el penúltimo de India antes de llegar por el este a la frontera con China. El último es Chitkul, sólo a 10 km. Aproveché para ir con la moto ligera hasta este remoto lugar. Me lo pasé en grande y la Himalayan me empezó a demostrar su poderío off road, haciendo que disfrutase casi tanto como en mi juventud haciendo motocross.
Estuvimos alojados en casa de nuestro amigo Ammam, en el Hotel Apple Pie. Un alojamiento sencillo de montaña, con una comida muy buena. La amabilidad del servicio también la quiero destacar.
Cuarta etapa: Rakchham – Kalpa
Desde Rakchham a Kalpa solo hay 60 kilómetros. Bajamos por el valle de Tukpa para encontrarnos de nuevo con el Sutlej, para seguir hacia el noreste. La carretera está en muy mal estado, no hay carretera. Esto es debido a intenso tráfico por las descomunales obras de las hidroeléctricas, junto a los continuos desprendimientos.
Estos chicos eran de Delhi estando de vacaciones haciendo la ruta. Nos encontramos varias veces por la carretera. En esta ocasión estaban de vuelta. Les quedaba mucho para llegar a casa, unos valientes.
En el pueblo de Kalpa estuvimos alojados en un hotel de montaña, Hotel Apple Pie. La vistas son excelentes a los descomunales picos de enfrente. El servicio y cocina excelente y my familiar.
En la agricultura de todo el valle predomina el cultivo de manzanos. Esto genera un importante negocio que se ve en los grandes almacenes de suministro, que vemos en la carretera.
El gran atractivo de un viaje al Himalaya con los cielos despejados y azules. Viajar por Nepal con una Royal Enfield es una delicia. Y si además hay una huelga de transportes de varios días y la carreteras están despejadas, es tener mucha suerte.
El primer día teníamos por delante 145 km desde Katmandú a Gorkha, de los cuales hubiesen sido muy duros los primeros, la salida de Katmandú y del valle en el que está la ciudad.
Sin un solo coche, camión o autobús, solo alguna moto y muchas ambulancias, subimos dejando Katmandu en el retrovisor y entonces, después girar una curva, vimos por primera vez la cordillera del Himalaya posando para nosotros con el cielo azul como fondo de escenario.
Después de varias paradas, la comida y el puro de Claudio, llegamos a Gorkha con tiempo de dar un paseo y ver el atardecer entre las colinas del este.
El segundo día empezó, fue el único, con nubes bajas ocultando el valle y haciendo que más de uno pensase en ponerse el traje de agua que llevamos por si llueve. Al final fueron unos pocos kilómetros apretando los dientes, pero muy suaves con el freno.
Justo cuando despejó el cielo subimos a Bandipur, un pequeño pueblo con unas fantásticas vistas, entre Gorkha y Pokhara. La subida fue un gustazo con Five casi rozando estriberas en los ángulos más cerrados e inclinados.
La bajada fue más tranquila disfrutando de las vistas y del campo y sus paisanos.
Y son estos momentos sobre Five los que nunca olvidaré. Llegando a Pokhara, el Anapurna se muestra como una de las escenas más grandiosas para contemplar sobre este planeta.
Pokhara, su lago y su montaña, un sitio de esos que pongo en mi lista de muy pocos, en los cuales te quedarías una temporada para disfrutar realmente de su magia.
Estas son las magníficas vistas desde nuestro hotel en Pokhara, el nuevo hotel Athiti.
El día siguiente fue de descanso y me fui a la colina cercana de Pokhara, desde donde se puede hacer uno de los mejores saltos en parapente tandem del mundo, hasta aterrizar cerca del lago. Desde allí puede observar tranquilamente la grandeza de la montañas que tenía ante mis ojos.
De Pokarha salimos hacia Tansen, 125 km de preciosos valles de curvas enlazadas, atravesando villas y puentes sobre ríos serpenteantes y bravos.
En el camino a Tansen atravesamos un pueblo grande en el que pudimos ver que la tensión de la gente iba aumentando conforme llegaba la fecha de las elecciones generales en Nepal. Las carreteras seguían cerradas y sólo circulaban algunas motos y turistas en furgonetas, muy de cuando en cuando.
La llegado al caer la tarde a nuestro hotel en Tansen fue de lo más espectacular, a través de un sendero muy off-road subimos a un repecho en el cual nos encontramos de nuevo con todo el poderío de la montañas más grandes del planeta.
Al día siguiente salimos hacia Chiwtan, nos esperaban 180 km, la mayoría por la llanura del sur de Nepal, donde discurren todos los ríos que fluyen de las montañas. Quedaban dos días para la elecciones y era último para hacerse notar, el día siguiente era la jornada de reflexión.
Y llegando a Chiwtan, justo después de pasar por el sitio más revuelto de toda la semana, llegó lo que todos estábamos esperando, el pinchazo. Los pinchazos en los tours conllevan el pago de una varias rondas de cervezas al resto del grupo, dependiendo de lo espléndido que se ha el desafortunado. Remarco que este fue el único problema «mecánico» que tuvimos en las seis motos.
Chiwtan es uno de los Parques Nacionales de Nepal, famoso por los Rinos y los Tigres. El día de descanso lo aprovechamos para entrar en el parque en un Jeep Safari.
Con mucha pena nos fuimos de Chiwtan, temprano con el amanecer a las doce y la luz encendida. Nos esperaba una jornada larga de 200 km, con la incertidumbre de lo que nos íbamos a encontrar en el camino a Bakthapur, que pasaba por la circunvalación de Katmandú.
Pero antes del paso por Katmandú nos esperaba la mejor vista de la cordillera de todo el viaje. No cabe ni en cuatro fotos, desde el Everest, hasta el Anapurna. Y como no este es un plano de Everest, justo el monte que está detrás, en medio. El mirador, casi abandonado por la falta de tráfico de la antigua carretera que une India y Nepal, está en Daman, un paso de un puerto de 2500 metros de altura.
Y llegamos a Bakthapur sin problemas para descansar un día en tan bonita y monumental localidad.
Desde Bakthapur pasando por Nagarkot iniciamos un descenso por un camino off-road de 10 km, contemplando detrás de cada gran curva el infinito valle y las enormes cumbres al fondo sobre el tapiz azul. La jornada era de 90 km que nos llevaban hasta casi la frontera con China, en Kodari. Allí pasaríamos otra noche en la jungla en un precioso resort, al cual que se llega atravesando un puente con una caída de 160 metros, desde que el se practican saltos de puenting y otras modalidades. Ninguno de los ruteros no atrevimos.
Y volviendo, el último día a Katmandú, tristes pero muy contentos de la suerte de haber vivido tan fantástico viaje, de nuevo, el Everest ante nuestros ojos. Fue entonces ese momento intenso de la despedida y de dar gracias.
Ya era hora, por fin vuelvo a escribir aunque sean las cuatro líneas de siempre. Gracias Good Google por quitarme de tu Blacklist!!
Pues desde el paseo en moto por Rajastan, han pasado un montón de cosas. Mis primeros y últimos¿? viajeros de la temporada con Chalo Spain, la escapada a las playas de Pondicherry, el memorable paseo en elefante con los niños de un amigo, un fantástico verano en el chirin de playa de San Juan…
Y a la vuelta en indianapolis un «sin vivir» de cosas, clientes españoles de vacaciones, el monzón casi hasta el cuello, el viaje al Taj Mahal por primera vez desde que estamos aquí, otra vez mucho calor húmedo y «six», una Royal Enfield Bullet 500cc. Una bala con la que estoy explorando de nuevo todas mis fronteras en Delhi de manera diferente y con más autonomía.
Este fin de semana hemos estado en Palampur, un pueblo de Himachal Pradesh, muy cerca de Dharamsala, donde vive exiliado el Dalai Lama. Decidimos ir a última hora después de valorar otras opciones. Dudamos por las lluvias del monzón en la montaña y porque hasta hora lo que habíamos visto cerca del Himalaya en India no nos había gustado. El lugar elegido fue un Eco-resort: Jerry’s Jungle Huts, por recomendación de un buen amigo.
Nos ha encantado, nos hemos mojado pero hemos disfrutado de ello… Hemos dado largos paseos por la montaña, los pueblos de granjeros, sus colegios, para llegar «mordidos y campo a través» a un solitario monasterio tibetano en el que te abren las puertas y sale a saludarte el Monje jefe.
En el «hotel» por llamarlo de alguna manera, hemos estado mejor que en casa. JJH es una frondosa jungla de arboles y arbustos plantados durante los últimos años para auto abastecer la cocina. Cientos de plantas con propiedades curativas y culinarias. También hay una granja con vacas, ovejas y gallinas… y por supuesto el perro, Tiger.
Desde Palampur, en la temporada buena que empieza a mediados de septiembre después del monzón, se pueden hacer treks de varios días atravesando el Himalaya. Cerca de JJH se acampa en sitios espectaculares, para practicar la pesca de rio o recorrer en mountain-bike los arrozales y jardines de Te. En un valle muy cercano, a 20 minutos por carretera, saltos en parapente con monitor y el Himalaya de fondo…
Como digo siempre una de las razones personales que me mantienen en India es poder viajar a otros lugares cercanos. Esta vez ha sido Katmandú en Nepal, un viaje corto de cinco días, lo suficiente para hacerse una idea del país, si no vas a hacer un gran trekking por sus legendarias montañas del Himalaya.
Al llegar al aeropuerto ya estas metido en una película, con tufillo americano, no sé exactamente por qué. Al salir de la terminar cogimos un taxi y nos dirigimos a Thamel, el barrio donde están concentrados la mayoría de los hoteles para turistas. El coche parecía el de los malos de Starsky y Hucht.
Después de dejar las mochilas en el hotel nos fuimos a comer a Durbar Square, la plaza más famosa deKatmandú la capital de Nepal. Allí estuvimos buena parte de la tarde observando la nueva mezcla de colores, rostros, dialectos, olores, sonidos…
Al día siguiente visitamos los lugares cercanos de Kathmandu en moto. Estuvimos en Patan, es su plaza y en un templo repleto de fieles realizando sus ofrendas. El 80% de la población Nepali es hinduista. El resto es budista.
A unos ocho kilómetros de distancia de Kathmandu está Bhaktapur. Otra gran plaza con templos nepalis y bastantes turistas en manada.
Volvimos al atardecer a Kathmandu y todavía teníamos que visitar un par de templos. Uno era hinduista, Pashupatinath, y el otro budista, Bauddha. El primero nos impresionó mucho porque pudimos ver por primera vez desde que estamos en India, la ceremonia de la cremación. En el segundo vimos salir la luna por detrás de los ojos de Buda y de la enorme estupa que los eleva. Un sitio bonito para ponerse el sol.
El viernes en autobús nos fuimos hacía las montañas del valle de Kathmandu. Eran dos noches en el campo, para caminar un poco, unas cuatro horas diarias.
El primero de los destinos fue Balthali, una aldea en una colina sobre un entramado de mesetas, valles, puentes colgantes de acero y sus rios. Bajamos desde lo alto de un monasterio budista, Namo Buddha Monastery, atravesando bonitos campos de cultivo de arroz, mostaza, cítricos, bananas… y otros frutos y hierbas que desconozco. Los lugareños terminaban la jornada laboral, recogiendo la paja y los utensilios de trabajo. Se iba poner el sol pronto.
Desde lo alto de la colina, vimos amanecer y como se iban encendiendo las montañas de Himalaya que teníamos en frente de nuestro balcón. Son momentos muy místicos. Yo los paso siempre con la cámara, otros meditan o hacen yoga…
El día siguiente cambiamos de escenario. Fuimos a Nagarkot, el mas famoso de los miradores de Himalaya de cerca de Kathmandu. Nos pareció menos botino que la aldea del día anterior y mucho más turístico, pero pudimos contemplar de nuevo al amanecer, una gran panorámica de las montañas de 7000 metros a una distancia en linea recta de unos 70 kilómetros.
Poco después, de nuevo en autobus bajamos hacia kathmandu, para visitar un templo budista que nos quedaba en la lista.
El templo de Swayambhu, al oeste del centro, sobre una colina a la que se sube a través de 365 escalones. Al llegar arrriba hay unas buenas vistas de toda la ciudad de Kathmandu. También un paraiso para el turista comprador complusivo de baratijas para la familia y los amigos.
En resumen, un buen salto desde Delhi que sólo está a una hora de vuelo. Sin duda me quedo con la gente de fuera del barrio de Thamel, donde se aglutina todo el turisteo y el gran negocio de las expediciones de sexagenarios gringos y de otras latitudes septentrionales…
El intenso calor de Delhi durante este mes de Junio hace la vida dura en indianapolis. Escapar en algún momento es la solución y eso es lo que hicimos apresuradamente el pasado viernes por la mañana. Es difícil salir de Delhi, por unos pocos días, y los destinos cada vez resultan más complicados, debe ser deformación profesional…, intentar cada vez algo mejor o por lo menos sorprendente con respecto al viaje anterior que has hecho y con menos turistas. 🙂
Con muy pocos día por delante nos subimos en un coche hacia el Himalaya, a Kausoni, en el estado de Uttarakhand. Nueve horas de viaje que acabaron siendo 13. Era un viaje anti-estres y el destino era un ashram en la montaña al cual se accede caminando 15 minutos desde la carretera por un sendero. Sabíamos que íbamos a poder hacer yoga y cultivarnos en la famosa arte de la meditación. Nada más. Ni fotos, ni trip advisor. Sólo en consejo de un amigo.
Después de llevar desde las siete de la mañana en el coche atravesando la sin razón India, la llegada fue impactante. Nos recibió un señor de unos cincuenta y medios años de edad, de tez blanca, con los ojos azules, melena y barba blanca modelo Jesus Cristo; con vestiduras monjiles de color blanco inmaculado. Nos dijo su nombre, del cual ni me enteré y con una amable sonrisa nos despidió hasta el día siguiente.
Por la mañana subimos con cara de mico al piso de arriba de nuestra casa de campo, sin saber muy bien lo que no esperaba. Allí vive Ashutosh, un gurú suizo, astrólogo y estudioso de los vedas, que lleva más 30 años en India. Nos preguntó si sabíamos donde estamos, con toda la naturalidad del mundo. Nosotros, de la misma manera natural y sincera le dijimos que no. El nos contesto que nada era casualidad, y que si estábamos allí, era por algo.
Esto no es el ashram. Es un remoto templo que visitamos, en una de nuestras excursiones por la zona, empotrado entre el valle, una roca y una cascada. En el templo vive un monje desde hace 15 años, solo bebe leche y come vegetales. Hace yoga y está en plena forma. Solo baja al pueblo una vez al año.
Volviendo a donde estaba, en la terraza de Ashutosh, con vistas al Himalaya, que no se veía en esta época del año por las neblinas y la falta de lluvia. El maestro espiritual nos propuso convertirnos en sus brahmachārīs. Y como no, después del viajecito, le dijimos que adelante, que eramos todo oídos.
Ashutosh es el promotor de un proyecto hecho realidad que consiste en una escuela para preservar la tradición védica. El ashram es para 121 estudiantes que reciben la experiencia completa y la enseñanza de las ciencias védicas de la manera tradicional. La cultura védica de la India es una de las más antiguas de la humanidad. El hinduismo surge de los vedas. Las tradiciones y prácticas espirituales de toda Asia se ven afectados por ellos. El ritual de canto de los textos védicos ha sido reconocido por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. Durante los últimos 200 años también se encuentra en el oeste, las filosofías védicas y prácticas como el yoga enriquecen las vidas de muchas personas en todo el mundo.
Y de eso es de lo que estuvo hablándonos durante el fin de semana, en diversas sesiones, en las que también meditamos, después de ser bendecidos por el gurú, en una ceremonia en la que nos asignó nuestro mantra.
A pesar de las dificultades con el inglés, hemos sido unos privilegiados por haber tenido la oportunidad de disfrutar de la sabiduría de este gran señor, que nos trasmitió de una manera directa y clara, su experiencia con estas tradiciones milenarias basadas en control de la mente del ser humano. Según nuestro maestro, sólo utilizamos un 10% de nuestro potencial mental. Viendo como está el mundo hoy, gobernado por los seres humanos y conociendo la historia que nos precede, parece bastante razonable.
Si la mitad del tiempo que he dedicado en mi vida a ver la televisión, lo hubiese dedicado a meditar… ¿Qué sería?. This is the question.