Cuando haces un largo viaje con un objetivo concreto, conseguir éste es un momento de los grandes. Piensas en lo que ha costado y por dónde has pasado y que ya solo queda la vuelta. A priori da pereza, una vez cumplido el objetivo parece perder interés. Pero no, en cuanto sales a la carretera, vuelve esa emoción por llegar a ese sitio remoto y desconocido que has marcado en el mapa, como siguiente objetivo.
Así salí de Laxe en dirección a una casa rural en Ponferrada. Para evitar las autovías fui a Santiago para coger la N-547 hasta Palas de Rei para llegar a Monforte de Lemos por las carreteras regionales de Lugo. Lo más bonito fue el valle del río Miño, el cual crucé por el pueblo de Pesqueiras. En lo alto de Monforte, es su parador nacional, me comí el bocata y descansé un buen rato. El calor era intenso.
Después continué pasando mucho calor por bonitos valles para llegar por la N-120 a Las Medulas y poco después a mi destino, la Casa Rural de cuento La Mallada, en Ozuela. Con la ayuda de google maps, me pasé un cruce y llegué por un sendero de cabras, de la montaña a la casa… como por el monte en lugar de por el valle, como las cabras… en el vídeo se ve todo 🙂
Y allí pasé el resto de una tarde muy bonita, con baño en piscina de agua fresquita y toda la amabilidad de Nuria y Pablo, mis anfitriones, que fueron un encanto. Me dio tiempo a dar un paseo hasta el bosque y ver los castaños que abundan por estas tierras rojizas.
La mañana siguiente, poco después de la salida del sol, Pablo me acompaño por una pista de 7 km para visitar un pueblo abandonado, con una bonita ermita que parece que siempre ha estado allí.
Después del precioso paseo con Pablo y un buen café salí por la desierta e inútil N-VI hacia primero Astorga y luego Benavente. Carreteras vacías por rectas interminables de secano y pueblos fantasmas era lo que me quedaba para llegar a la Reserva Natural de las Lagunas de Villafáfila, un conocido lugar para los amantes de las aves, con diferentes observatorios en la zona.
Y allí en medio de la reserva, en el pueblo de Villarrín de Campos, me estaba esperando mi casita rural, el Hotel Rural Laguna de Villardón. Un precioso pajar reformado y decorado con un arte excelente por su propietaria Patricia, la cual tuvo la amabilidad de acompañarme a la cercana ciudad de Zamora, para dar un paseo nocturno por su magnífico patrimonio arquitectónico.
El día siguiente la Royal Enfield Battle Green me iba llevar hasta el sur de la Sierra de Gredos y para ello pasé de nuevo por Zamora y por la N-630 llegué hasta Salamanca y paré en Motos Dakar para un saludo con engrase de cadena 🙂
Después de pasar un rato muy ameno en el taller con Antonio y sus chicos, por la CL-510 y Alba de Tormes, llegué a Piedrahita.
En la plaza del pueblo comí y descansé, creyendo que casi estaba todo hecho por hoy. No conocía la sierra de Gredos y los pocos kilómetros que me quedaban no me iban a sorprender… eso pensaba. Y que equivocado estaba, después de un café con hielo y resoplar varias veces, salí de Piedrahita directo hacia la montaña por la AV-932 en dirección del Parador de Gredos, como primer objetivo. La subida me iba emocionando más conforme discurría entre preciosas vistas y curvas muy divertidas. Al llegar arriba me quedé con la boca abierta al pasar el puerto de Peñanegra, con una altitud de 1909 metros y que comunica el Valle del Corneja con la sierra de Gredos, cruzando la sierra de Villafranca. Fueron más de 15 de preciosa bajada sin motor y sin cruzarme un solo coche.
Y a través de pueblos, Hoyos del Espino, Navarredonda de Gredos y San Martín del Pimpollar llegué a la N-502, al cruce del mesón el Fresquillo, que me hizo mucha gracia a más de 35 grados que estábamos. Continue hacia el sur para llegar al puerto del Pico y su calzada romana. Allí en el mirador me estuve dejando dar el aire y disfrutando de la vistas. Mi destino estaba muy cerca, pasado Arenas de San Pedro, en el pueblo de Poyales del Hoyo. La casa rural se llama Hotel Rural El Joyo, y es una gran finca al borde del precipicio del río que baja de la montaña. Un sitio perfecto para disfrutar de la sierra de Gredos.
El penúltimo día de mi periplo, el día 18 de agosto, llegué a Madrid para hacer un par de visitas de trabajo y salir volando por la A-3 hasta Arganda de Rey, a disfrutar de lo lindo en la casita de campo del sospechoso, amigo del rock duro y otras delicias. Muchas gracias por tan maravillosa tarde noche.
Y el viernes día 19 salí desde cerca de Arganda por carreteras nacionales y regionales, por un lugar de La Mancha, Quintanar del Orden, El Toboso, Pedro Muñoz, Socuéllamos, Munera… Para llegar a Hellín y ver como termina la meseta y empieza la sierra murciana, cosas que no se ven desde la autovía, aunque hayas pasado decenas de veces. Sobre las seis de la tarde llegué directo a la playa de San Juan, la tarde estaba divina, de esas en las que el mediterráneo es trasparente y después de ponerme el bañador…