Tenía muchas ganas de volver a publicar un post sobre viajes en moto de aventura. 

La última vez fue en marzo de 2020, justo antes del confinamiento por covid en Buenos Aires.

¡La Himalayan Sand Adventure en Pinamar, Argentina!

Lo dejé en las arenas del atlántico sur y continuo en las arenas del atlántico norte 😆

Siento que después de este reciente viaje en moto en Marruecos se ha cerrado un ciclo.

Antes de vivir en India viajé mucho a Marruecos. Ninguno de estos viajes fue en moto, sin embargo, fueron un master para luego vivir feliz en India y querer volver siempre.

En este tour se ha cumplido el leitmotiv de los viajes de aventura en India:

En los viajes de aventura en India la moto no es lo más importante.

Lo importante es salir al exterior y experimentar otras culturas lejanas, viajando en moto, que es lo que más nos gusta.

Esto permite conseguir lo mejor de viajar, ya sea en burro o en moto:

Conocer personas de otras culturas completamente diferentes que jamás te podrías imaginar.

Para mí eso no tiene precio. No se puede medir en una cuenta.

Es superar límites, prejuicios y creencias.

Es autoconocimiento viviendo el presente.

Te conviertes en mejor persona y haces amigos que no olvidarás, ya forman parte de ti

Y además, ¡En moto y por donde van las cabras! 😆

El viaje en moto

El objetivo es recorrer caminos del sur de Marruecos, desde Agadir hasta casi la frontera con el Sáhara Occidental, durante tres días y siempre eh!!, si se puede, fuera de carretera, off road.

Para esto contábamos con una pedazo de moto, la Tenere 700 y la ayuda de nuestro 🇲🇦 equipo local 🇲🇦

Sin ellos sería imposible vivir esta experiencia enriquecedora.

¡Shukran jazilan!

primer día: desde Agadir a Mirleft

Nuestra base principal en Marruecos se encuentra cerca de Taghazout, un pueblo pesquero pintoresco y turístico para surferos con bonitas playas. Está a unos 30 minutos del centro de Agadir y a 45 minutos del aeropuerto.

Salimos en dirección hacia el sur para ver muy pronto las vistas de la playa y el puerto pesquero de Agadir.

Atravesamos sus avenidas principales y después giramos hacia la derecha hacia la costa para atravesar una zona de Parque Nacional y llegar a las pistas de arena inmediatamente.

Nos esperan cincuenta km por pistas paralelas a la costa, bajadas y subidas desde las playas, para rodar lo más cerca de la orilla.

Repito e insisto en que conducir una moto por arena debe ser parecido al surf 🏄

Se trata de ser consciente de mantener el equilibrio del conjunto moto y piloto, con la velocidad. Cuando vas despacio es más difícil controlar los movimientos de la moto. En cuanto consigues tener algo de velocidad la moto es mucho más estable.

El problema es que si algo falla, el golpe es más fuerte. Vas dando gas, vas dando gas… Y vas más cómodo… Hace falta un poco de fondo y tienes que ir de pie con el culo hacia atrás. Los brazos tensos pero relajados. Incrementa la velocidad, vas más cómodo, pero da más miedo.

Sinceramente creo que teniendo experiencia conduciendo una moto por asfalto, con muy poca técnica, pero muchas ganas 💪💪 eh!  Se puede conducir una moto por la arena.

Uno de los chicos que ha venido al tour nunca había conducido una moto por la arena

Después de comer unos ricos tajines de pollo de cabrito y de ternera y un buen café marroquí, seguimos por la tarde a través de pistas de montaña, por valles paralelos a la costa llenos de palmerales, disfrutando de las vistas del Atlántico desde arriba.

Al atardecer llegamos a Mirleft pasando antes por la famosa Plage Legzira, que sería una de las sorpresas finales.

Pocos kilómetros después llegamos a nuestro hotel, con vistas al mar y piscina.

De cenar riquísimo pescado asado con patatas fritas y whisky bereber 🙂

2º día: de Mirleft a FORt Bou Jerif vía sidi ifni

El segundo día salimos de Mirleft hacia el sur por un tramo de carretera con unas bonitas y relajantes vistas de mar a la derecha.

El día anterior solo ví la arena 🙂

Muy pronto giramos a la izquierda para coger pista y recorrer los valles de las primeras montañas del Anti-Atlas. Valles de palmerales y cultivos paralelos a la costa. Preciosos oasis en los que te quieres quedar un rato… o más.

Bajamos a comer hacia la costa en Sidi Ifni. Este pueblo fue español hasta 1969. En los años treinta se asentaron los españoles definitivamente en esta colonia, que anteriormente era un campamento.

A partir de entonces el desarrollo fue muy rápido, construyéndose numerosas viviendas los primeros años. Actualmente Sidi Ifni tiene una población de más de 20.000 personas.

Allí estuvimos contemplando las magníficas vistas desde el acantilado a la playa y visitando algunos edificios coloniales, como el antiguo consulado español.

Comimos un rico plato combinado y después de un buen café, con vistas a la playa, seguimos nuestro camino hacia el sur.

Saliendo del pueblo paramos a comprar hielo en el mercado.

Mientras tanto sucede esa conexión con los locales, cuando te liberas de prejuicios y creencias limitantes.

Un paisano empieza a hablar en perfecto español con los chicos, subidos en la moto.

Son 15 minutos en los que este amable caballero les cuenta su historia y la de Sidi Ifni.

Además le da tiempo a preguntar por nuestro país, con mucho interés.

Dejamos de ver palmeras y solo vemos cactus. Conforme pasan los kilómetros, dejamos de ver cactus. Hemos llegado a un desierto rocoso y polvoriento.

Salimos de la pista para coger una carretera que nos lleva hacia la costa.

La temperatura cambia y se hace más agradable por la brisa marina.

Tenemos un pinchazo en una rueda trasera y damos gracias por estar tan cerca del mar.

Seguimos y muy pronto entramos en una pista arenosa y llegamos a una playa espectacular, con unas olas gigantes, en medio de la bruma y la desolación.

Un lugar muy parecido a lo que debe ser el fin del mundo.

Después de tomar un whisky beréber, volvemos a subir en la moto para a través de una pista llegar a nuestro destino.

En la entrada de la pista hay una señal que indica 12 km hasta Fort Bou Jerif. 

Conforme van pasando los kilómetros voy volviendo la cabeza para asegurarme que el vehículo de apoyo nos sigue, porque la pista está muy complicada. 

Pasan más kilómetros entre profundas zanjas de torrentes.

Seguimos perdiendo la huella por encima de las brillantes rocas. Alrededor sólo hay más rocas, el desierto y el sol en el horizonte.

De repente vemos en el horizonte un gran fuerte en ruinas en la ribera de un río seco. 

¡Una imagen épica!

Para no olvidar, de esas que no necesitas ni vídeos ni fotografías.

Estás viviendo en el presente casi como un monje.

No se puede despreciar ese momento.

Fort Bou Jerif es un fuerte del ejército francés construido en la década de 1920. Se hizo para controlar la frontera entre el protectorado francés y España, que estaba al otro lado del río Assaka.

El ejército francés lo ocupó hasta 1955 y lo entregó al ejército marroquí en 1967.

Después fue abandonado porque ya no había una frontera para controlar.

Llegamos a nuestras jaimas en el hotel Fort Bou Jerif y después de cambiarnos, vamos directamente al bar-oasis 🍻

Allí sentado con otros dos chicos me encuentro con Hans 59, organizador del 16 º EGV (Encuentro de Grandes Viajeros) en La Nucia, Alicante, este último mes de Mayo. 

Después de tomarnos una cerveza Casablanca muy fresquita, nos acomodamos en las jaimas, nos pegamos un baño en la piscina, una duchita y a cenar un rico riquísimo cuscús, bien merecido. 

Saliendo a dar una vuelta por el alrededor del campamento contemplamos la Vía Láctea.

3º día: de FORt Bou Jerif a agadir vía le Plage Legzira

Al día siguiente desde el fuerte cogemos una pista en obras con arena polvorienta y el sol enfrente.

Luego giramos hacia el norte por una carretera y poco después cogemos una pista muy divertida, con alguna una trepada importante, huertos de cactus y bonitas vistas al mar hasta Sidi Ifni.

Contemplamos la ciudad surgida de la colonia y su puerto marítimo desde lo alto de la montaña.

Después de hacer la compra para la merienda en Sidi Ifni, seguimos por la carretera de la costa con bonitas vistas hasta la Plage Legzira.

Allí nos sacamos la fotografía con esta peculiar formación rocosa encima de la playa.

Poco después paramos en una playa para merendar unos bocatas de atún y queso, beber un poco de agua y continuar hasta 30 km antes de Agadir combinando pistas de montaña, con las playas de la costa del Atlántico.

Llegamos rotos, pero sanos y salvos hasta Taghazout.

Lo celebramos con una rica cena de fritura de pescado y tajine de sardinas, acompañado por una fresca ensalada marroquí y whisky bereber 🙂

Volvemos en 2023. Inshala 🙏