Lo primero y más curioso, como otras veces en lugares remotos y desconocidos, es que parece que llevo un año, en lugar de un mes y eso me gusta:
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No todo ha sido calma y sosiego, durante estos 31 días, pero a pesar de ello, me quedo ;). Estas son las vistas desde la terraza de nuestra nueva casa, que después de dos semanas de arreglos, desarreglos, continuos retrasos, y malentendidos con los indis currantes, ya está habitable.

Las fotos las hice uno de los días contados en los que se puede ver algo parecido al cielo azul al que estamos acostumbrados en Alicante. Esta vista está orientada al suroeste. La siguiente es mirando hacia el noroeste. Unos grados más hacia el sur, todo recto, está España.

 

El edificio está recién terminado y estamos en el último piso que tiene una gran terraza en el ático. Este es Jakdisin, el guarda de la finca. Vigila la puerta, limpia las escaleras y hasta que lleguen el resto de los vecinos, él es el que cuida de que todo esté en orden en el edificio. Después, entre todos, contrataremos un guarda de seguridad, que es lo tienen todas las casas en la puerta. Son unos tíos que viven genial, porque este es un barrio muy tranquilo, se pasan el día leyendo el periódico y tomando el sol, aunque cobran muy muy poco dinero.

 

Jakdisin vive en el portal, y está al aire libre. Allí tiene su cama y su cocina. En la azotea hay una zona común donde están los servicios. Le hemos dado 500 rupias de propina, unos 8 euros, con lo que nos dijeron, tenemos asegurada su sonrisa y las escaleras limpias por un mes.

Esta parte de Delhi se llama Defence Colony y es un barrio bien, donde vive gente de dinero, estrellas del cricket o expatriados como nosotros. Estamos muy cerca del «Market» donde hay todo tipo de restaurantes, pubs, y tiendas.

Ferreterías,floristerías, farmacias, droguerías y tiendas de alimentación, donde podemos encontrar casi de todo, hasta jamón ibérico, pero a unos precios muy por encima de los españoles. Todo lo que viene de fuera es caro y los productos de alimentación todavía más.

Pero, tranquis tronkis, ya he encontrado el mercado de abastos en el barrio de al lado, cruzando una gran avenida. Este sí que es un mercado indi de verdad. Las calles están repletas de comercios y comerciantes de todo tipo. En una parte ferreterías, electrodomésticos, utensilios de cocina, panaderías, almacenes de trigo y frutos secos, textiles…

Y en la otra, más expuesta, en un solar enorme, entre las bocinas de los coches y los rickshaws, los charcos y el barro… una multitud se avalancha sobre decenas de puestos de fruta y verdura. Allí he comprado un kilo de tomates cherry deliciosos por 5 rupias, 10 céntimos de euro. También hay carne, de pollo y cordero, un cuarto de kilo picado y mezclado 80 rupias, 1.3 euros.

La carne de vacuno deambula con parsimonia por donde le parece, buscando las legumbres y verduras que caen al suelo o descartan los tenderos. No dejas de alucinar cuando vas mirando por aquí y por allá, y de repente, levantas la cabeza y ves delante una enorme vaca en medio de toda la vorágine del mercado.

Mis puestos favoritos son los de las especias. El colorido y el aroma es embriagador y no me canso de acercarme y olisquear los polvos mágicos. En esta ocasión, el Will Smith indi, me dedicó una gran sonrisa.

Aquí cada uno se sube a lo que puede para moverse, el tráfico es caótico, no se respetan las direcciones ni los semáforos. Se puede aparcar y parar donde te de la gana. Las bocinas de los vehículos están continuamente avisando y llega a ser estresante y avasallador cuando están dirigidas a los peatones, pero si no te apartas ya te habían avisado.

Más music please:
Mean Lady – Indian Sun.mp3

El pasado domingo, coincidiendo con la luna llena sobre el cielo de Delhi, estuvimos en una celebración religiosa sikh. El sikhismo es una religión india que se origino de las raíces del hinduismo y el islam. Los que no se ponían de acuerdo con estas doctrinas se hicieron sikhs. El fundador fue el primero de sus gurúes, Gurú Nanak, y fue temporalmente paralelo a la llegada de Colón a América, a finales del siglo XV.

Nos dirigimos al templo que utilizan para sus reuniones y ritos, un gurdwara, y en cuanto nos acercamos a la puerta fuimos atendidos y adoctrinados para presenciar el ritual. Después de descalzarnos y cubrirnos la cabeza nos llevaron a la capilla para ver como el gurú del gurdwara, bendecía entre cantos y oraciones el libro sagrado de los sikhs, el Gurú Granth Sahib. Este libro contiene las palabras y oraciones de los 10 Gurues del sijismo y de otros santos hindúes y del islam, como la biblia cristiana, pero más reciente, unos 500 años. Los gurúes sikhs fueron cada uno de los primeros diez líderes del sijismo, como los primeros santos dominantes, luego convertidos en papas.

Al terminar los cantos y oraciones, un monaguillo repartió algo entre los fieles que presenciaban la ceremonia. Con sus manos desnudas y desde un cuenco, lo fue depositando sobre la mano derecha de todos, incluidas las nuestras. Era una pasta caliente para comer, que me llegó por sorpresa, ya que no me dí cuenta de que era comida hasta que llegó a mi mano. La ostia! 😉 En ese momento, por una fracción de segundo, pensé, ¿Me lo como?… me lo tengo que comer. No estaba malo, era un dulce muy espeso.

Después, ya descubiertos y calzados, salimos todos a la puerta del templo para contemplar el jolgorio de la celebración, con un lanzamiento de fuegos artificiales. Al despedirnos de nuestro anfitrión, que era el cura del templo, fuimos invitados a otra celebración este domingo que viene.

Para terminar, esta es Puja, nuestra chica de la limpieza. Lleva una semana con nosotros y me va a enseñar algunas palabras en indi y yo a ella las mismas en castellano. Llevo un mes sin ponerme las gafas de sol y todavía no soy capaz de abrir los ojos ante el resplandor del sol, por eso tengo careto en las fotos. Espero muy pronto poder abrirlos de verdad, como ellos. 🙂