El viaje desde Amritapuri hasta el próximo destino, el resort Fragrant Nature fue un paseo de 50 km por un carretera con mucho tráfico. Salí tarde del Ashram y eso fue lo que me hizo encontrar a toda la India en la carretera. Poco después de atravesar Kollam llegué al hotel, como otras veces, sin estar muy seguro de a dónde llegaba. Antes de ello tenía dudas por lo que había visto a mi alrededor en las cercanías, una población muy grande como son en India, pero a pocos kilómetros cogí una carretera secundaría, que cada vez estaba más vacía y me acercaba más hacia un paraje natural y solitario.
Y la sorpresa fue al final muy agradable, llegué y en seguida vi que estaba en un sitio de primera clase en el cual iba a poder descansar muy a gusto, después de los días en el Ashram, que fueron muy intensos y en los que dormí muy pocas horas.
Como los buenos resorts en los que he estado en el sur de India, en Fragrant Nature son especialistas en Ayurveda. Los masajes y tratamientos se reciben en una bonita cabaña junto al lago que hay frente al complejo. Además de la Ayurveda la estancia se puede hacer más amena con excursiones cortas, como las que hice, invitado por el hospitalario director del hotel. En primer lugar estuve en una «fábrica» en la cual se preparaba el anacardo para su comercialización. Me estuvieron enseñando el rudimentario horno en que se tuesta con la piel, para luego romperla y sacar el fruto. Luego un montón de mujeres se dedican a separarlos por calidades, estado y tamaños.
Luego fuimos a ver como a partir de la cascara del coco se hacen las cuerdas. Un sitio muy curioso en el que estuve entretenido un buen rato observando el proceso y a los trabajadores que se lo pasaron en grande con mi visita.
Y por la tarde hice una preciosa travesía en una lancha con Mr. Rajan por los alrededores del resort. Un santuario de agua y naturaleza espectacular. Navegamos a través del enorme lago para luego recorrer estrechos canales plagados de vegetación, completamente ajenos a la presencia humana, salvo que llegues por el agua como lo hice yo. La calma y el sosiego de estos parajes la recordaré como uno más de los sitios mágicos, increíbles, que estoy encontrando en la India profunda y diferente a la que visita el turista habitual.
Tenía muy buenos motivos para hacer una visita al Ashram de Amtiraupuri y después de los días en Kumarakom y dudar entre seguir hacia el sur o quedarme en Kochi, para terminar mi viaje y volver a Delhi, decidí seguir hacia el sur y visitar como primer destino Amritapuri.
La ruta la intenté hacer como siempre, por carreteras secundarías, por zona rurales y poco transitadas. Y me encantó el recorrido, atravesando canales y marismas de precisos palmerales, los famosos Backwaters, pero la versión autentica, no la más saturada y turística en la zona de Alleppey y Kumarakom. En cuanto sales de las zonas turísticas de resorts, lo primero que notas es la reacción de la gente cuando te ven aparecer. Para ellos es como ver un extraterrestre, ya que son muy pocos o ninguno los extranjeros que pasan por estos caminos y la mayoría de los nativos, no han visto nunca a uno de ellos. Y mucho menos en moto con una armadura como protección. Con los niños me lo paso bomba cuando paro en algún sitio de estos. Algunos se asustan tanto que empiezan a llorar desconsoladamente ante la llegada del alienígena, incluso los animales saben que vengo de otro planeta, lo prometo.
Antes de conocer el Ashram, lo que más me gustaba de Amma, es el enorme y magnífico trabajo social que hace a través de Embracing the world, la gran ONG India asociada a su persona y a su Ashram en Amritapuri:
Embracing the world no es una ONG muy conocida en occidente pero realmente merece la pena ver lo que hacen si te interesa saber quién y cómo entrega su vida para ayudar a los demás, algo que sólo lo hacen seres excepcionales y únicos, los que deberían servir de inspiración y ejemplo para el resto de los seres humanos, que seguimos intentando buscar el sentido a nuestra vida. Todo esto más allá de nuestra experiencia personal, educación y otros conceptos que muchas veces nos hacen creer que ya lo sabemos todo y que nuestro camino por esta vida es el correcto.
Y eso es lo que se vive y siente en el Ashram de Amritapuri, mucha gente de todas las partes del mundo, inspirada espiritualmente por Amma, entregando su vida para aliviar el sufrimiento de otros seres humanos, independientemente de su educación, raza o religión.
Había estado muy cerca y hecho muchos itinerarios para clientes con el nombre Backwaters de Kumarakom, pero era mi primera visita al pueblecito del lago Venbamad. Los primeros tres días los pasé en un sitio «Heritage!», un sitio muy mal heredado, mal situado, en frente de un templo en el cual se estaba festejando no dejar dormir al prójimo y con el peor de los servicios que se le pueda desear a tu peor enemigo. Pero estuve contento y tranquilo, intentando mantener ese equilibrio, tan necesario para este gran viaje que estoy haciendo.
Después de esos tres días de casi penitencia, me moví unos kilómetros hacia el sur del lago, para llegar al resort Whispering Palms, que no conocía, pero que si tenía una buena referencia de otros hoteles de la misma cadena, en los que sí que había estado alojado.
Y aquí estuve un par de días, aprovechando para trabajar y descansar. Como me esperaba el servicio y el buen hacer de los chicos y chicas del Whispering Palms me hizo sentirme como en casa y eso el mejor que te puede pasar en un hotel.
Sin duda la mejor opción con una muy buena relación calidad-precio de la zona de Kumarakom, en la cual podemos encontrar decenas de hoteles y no todos son los que parecen.
Después de la plantación de cardamomo me invitaron a un nuevo resort en un parque natural a tan solo 22 kilómetros de donde estaba. El Ragamaya resort cumplió con creces la expectativas por el privilegiado lugar donde está situado.
Todas sus habitaciones, modernas y cómodas, tienen un balcón con una fantástica vista al parque natural Ponmudi, por el que pasa el río Panniar, donde pasar horas y horas contemplando como cambian los tonos y colores del cuadro que tienes delante.
El segundo día, como viene siendo buena costumbre, hicimos un paseo matutino que consistió en bajar hasta el lago. La vista muchas veces engaña y desde arriba no se aprecia realmente la altura a la que está el resort con respecto al lago, ni tampoco lo vertical que es la bajada.
Una vez abajo disfruté mucho con la soledad del paraje y la bonita luz de primera hora, con la que estuve jugando con los reflejos en en agua, hasta conseguir una espectacular simetría, que parece una cara o varias caras… Cada uno verá algo distinto, seguro.
Durante el paseo pudimos ver mucho pájaros, que elevaban el vuelo por encima del agua, en cuanto nos acercábamos a ellos.
La subida fue también muy divertida a través de la jungla y casi escalando en varias ocasiones, a través de grandes piedras y campos repletos de lemon grass. Una vez arriba dimos un paseo a través de pequeñas granjas, con sus huertos de tapioca y plataneras.
El Ragamaya resort es un buen sitio para perderse y disfrutar de la soledad en las montañas de Munnar, con un precioso escenario en frente.