Himalaya en moto 2023

Himalaya en moto 2023

Cada vez que hago un viaje de este tipo, hay un día en el que me pregunto:
¿Por qué haces esto? ¿Qué necesidad tienes? ¿Qué hago yo aquí? ¿Hay vida en otros planetas?

El Himalaya en moto 2023 no ha sido diferente a otros en este aspecto.
Lo distinto han sido las circunstancias que provocan las preguntas metafísicas.

Delhi

El día 10 de septiembre llegué a Delhi a las 9 de la mañana, después de dos pesadas escalas en Frankfurt y Munich.

Por primera vez volé con Air India en un A340 bastante indio. Las pantallas de muchos de los asientos no funcionaban, entre ellas la mía.

Volver a Delhi siempre me emociona. Es volver a casa y ver que todo está igual.
El tráfico loco, la muchedumbre, los fuertes olores, el polvo, los perros, las vacas…

OLD DELHI.

Dos días después llegaron los seis participantes del Himalaya en moto 2023 para descansar y el primer día hacer un recorrido turístico por Delhi.

EN TREN A KALKA Y EN MOTO A SHIMLA

El día 14 salimos muy temprano hacia la estación de tren de New Delhi para dirigirnos hacia Kalka, donde nos esperan las motos para continuar hasta Shimla.

Al llegar a la estación tuvimos una tensa negociación con los portadores de equipajes.

Su razón les mandaba cobrar 10 veces más del precio normal por ser extranjeros. Al final tuvimos que ceder y menos mal que lo hicimos porque tuvimos que cruzar 14 de las 16 plataformas que tiene esta gran estación.

Sobre las 12 llegamos a Kalka. Nos esperaban dos coches para llevarnos a un hotel cercano donde teníamos una habitación para cambiarnos y las motos.

La subida a Shimla fácil. Muy poco tráfico al contrario de lo me esperaba. Uno de los motivos de esto pudo ser el mal estado de las carreteras debido a las fuertes lluvias del monzón.

SARAHAN

En plena hora punta de la mañana salimos para atravesar Shimla entre un intenso tráfico. En una curva peraltada, por culpa de un bus que se cerró demasiado uno de los chicos tuvo una caída leve al no encontrar el suelo, al llevar el pie abajo.

Continuamos subiendo hasta Narkanda (2.708 msnm) para hacer la primera parada del día, con unas bonitas vistas del valle, a pesar de la niebla.

Hasta ese momento nos habíamos librado de la lluvia por poco. Solo niebla y algún trozo de carretera húmedo debido a un chaparrón.

La bajada desde Narkanda es una hermosura atravesando un frondoso valle de grandes pinos por una buena carretera.

De verde con gorra, Sanjay el conductor de Nepal y Murli el mecánico de Manali, junto a nuestro vehículo de apoyo. Mejor imposible, muchas gracias amigos.

Al caer la tarde con una ligera lluvia subimos los 15 kilómetros que separan Sarahan de la ruta principal, la National Highway 5.

Sarahan es un pequeño pueblo conocido por su Templo Bhimakali y por ser la puerta de entrada del Valle de Kinnaur.

El templo tiene motivos hindúes y budistas, objetos testimonio del antiguo comercio entre la India y las regiones tibetanas a través de la antigua carretera indo-tibetana.

El viernes 8 de septiembre, dos días antes de salir a India, recibí la noticia de mi socio Arvind.

En nuestra ruta hubo un gran desprendimiento debido a las fuertes lluvias del monzón y 500 metros de carretera han quedado cortados.

Las autoridades locales anunciaron una semana como mínimo de trabajos para volver a abrir la carretera.

Llegamos a Sarahan el 15 de septiembre, una semana después del desprendimiento en Nigulsari, a solo 30 kilómetros de nosotros y en la única ruta posible para seguir con el plan A.

Las noticias eran buenas. Nos dijeron que era probable que la carretera se abriese al día siguiente. Nos fuimos a dormir sin saber si al día siguiente podríamos continuar nuestra ruta hacia Spiti por Kinnaur.

A LA ESPERA EN sarahan

Nos levantamos un poco más tarde que los días anteriores y durante el desayuno todavía no llegaban las noticias sobre el estado de la carretera.

Por fin llegó la información. Casi con toda seguridad la carretera se abriría por la tarde.

Inmediatamente pensé que no podíamos salir por la tarde para hacer parte de la ruta de noche. La mejor opción era quedarnos otra noche en Sarahan y salir a la mañana siguiente.

En Kalpa íbamos a estar dos noches y en Kaza tres. Decidí quitar una de las noches en Kalpa para quedarnos en Sarahan.

Entre tanto Arvind me envió un plan B para seguir la ruta ese mismo día para llegar a Kaza por el paso Rohtang.

Después de hablar con Murli y Sanjay sobre qué hacer, decidimos seguir con el plan A, mantener la ruta entrando en Spiti por el sur. La subida es mucho más progresiva y de esa manera el mal de altura es un problema menos.

Así que sacamos el plan C para quedarnos en Sarahan y disfrutar del día de la mejor manera.

Bajamos al pueblo a tomar un chai y visitar su monasterio.

Después salimos por una estrecha carretera muy rota bordeando un precioso valle acantilado de un afluente sur del río Sutlej. A propósito de afluentes, el río Sutlej es el más grande de los tres afluentes que tiene el río Indo.

Atravesamos pequeñas aldeas con sus casas colgadas en las empinadas laderas y sostenidas por cimientos de madera. Los paisanos, tienduchas y los escolares sonriendonos a nuestro saludo.

Una ruta sin estrés muy divertida para llegar a una espectacular cascada con una cola de más de 100 metros.

Después de la excursión en moto, entrada la tarde nos dimos un descanso.

Me fuí a dar un vuelta por el pueblo y compré seis tiras de banderines típicos del himalaya para poner en el manillar de las motos. Cinco colores que representan los cinco elementos. El color azul es el cielo, el blanco el agua, el rojo es el fuego, el verde es el aire y el amarillo la tierra.

Terminamos con una serie de ofrendas, propósitos y buenos pensamientos para seguir con el plan A por la mañana.

CRUZAR EL DESPRENDIMIENTO DE NIGULSARI  …
O VOLVER A SARAHAN.

Por la mañana la noticia era que la carretera todavía no estaba abierta, pero que definitivamente hoy iba a estarlo.

Así que con el equipo local decidimos salir a hacer la cola.

Murli y Sanjay me dijeron que saliese yo primero con las motos. Que cuando llegase hasta la policía, si la carretera no estaba abierta, que diese la vuelta y les esperase en un restaurante unos cientos de metros antes del corte.

Y eso hice exactamente, porque la carretera no estaba abierta. El policía al llegar me dijo que serían unas cuantas horas más de espera.

Allí estuvimos entretenidos en el restaurante más de 5 horas… Increíble India 🙂

Hicimos amigos. Turistas, camioneros, peregrinos… Un chico alemán que venía desde Australia, después de trabajar allí tres años, con una KTM.

Iban llegando noticias y siempre era la misma. Retrasos en el horario previsto para abrir la carretera.

Sobre las 15 horas me dice Sanjay que salga con las motos y que le espere en el cruce de Karcham, a unos 65 km de donde estábamos.

Y cruzamos, toda una Aventura en India.

Sacando ventaja de nuestras motos y saltando la cola de coches. Por barrizales, arcenes y carreteras muy rotas llegamos hasta el policía que nos dio el alto.

Unos minutos antes la carretera había sido cortada de nuevo para unas reparaciones.

Estábamos a punto pero todavía no habíamos cruzado. Estaba seguro de hacerlo, el problema era que se nos hacía de noche llegando a Rakchham.

Después de pasar por fin el desprendimiento la ruta NH5 se convirtió en una autopista. Ancha, con buen asfalto, sin tráfico para lo que es India.

Con un buen ritmo y un par de sustos, llegamos a Karcham. Allí llamé a Sanjay y le dije que no le esperaba, que seguía con las motos hasta el hotel en Rakchham.

En el crepúsculo con los faros iluminando caca de vaca, tierra y piedras llegamos a la casa de huéspedes de mi amigo Aman Ahujaa.

Chitkul. El ultimo pueblo de India

La frontera de India con China está solo unas decenas de kilómetros de Chitkul y después del desayuno hicimos una excursión que se llama “Hasta donde te deja la policía”

El paraje es espectacular con los picos puntiagudos, sus nieves y las laderas de enormes pinos verdes y frondosos.

El clima era perfecto, sin amenaza de lluvia y el cielo azul con algodones dispersos.

Tomamos un chai para después iniciar la bajada hacia el río Sutlej y girar al este hacia Kalpa.

Kalpa

Kalpa es un pequeño pueblo a casi 3.000 msnm, conocido por sus huertos de manzanos. Los Kinnauri siguen un sincretismo de hinduismo y budismo. Muchos templos en Kalpa están dedicados a dioses y diosas hindúes y budistas.

El espectacular pico Kinnaur Kailash (6050 msnm) frente a Kalpa y es considerado sagrado tanto por hindúes como por budistas.

Con las luces de la mañana del Himalaya continuamos la ruta bajando desde Kalpa al río Sutlej, por divertidas curvas cerradas peraltadas a uno y otro lado entre el tráfico.

Seguimos el curso del río subiendo y bajando por una carretera en buenas condiciones. El coche se quedó repostando en la cola de la gasolinera y le esperamos con un chai y el segundo desayuno en una daba Punjabi.

Por fin spiti valley. nako

Después de Pooh paramos en el control de entrada a Spiti. Una vez presentados los pasaportes y documentos continuamos hasta Khab Sangam Bridge, el puente sobre el cruce de los ríos Sutlej y Spiti.

Allí confluyen además de los ríos los cinco elementos. Lugar de paso de las rutas comerciales de la antigüedad y entrada sur del valle de Spiti, ya estamos en el antiguo reino del Tíbet.

Y subimos a Nako por una estupenda carretera, picada de la piedra de la montaña, por una serie de bucles empinados (Ka Loops)

La vista desde arriba del cañón y la carretera es una de esas que se queda en la memoria.

Disfrutamos de la tarde en el pueblo medieval de Nako, aislado la mayoría del año del resto del mundo.

La amabilidad de los paisanos sorprende a mis compañeros de viaje.

Pasamos una noche estupenda en el espectacular campamento de mi amigo Arjun Negi.

KAZA, Casa en el valle  de spiti

Por la mañana salimos con los cielos azules y empezamos a bajar de nuevo al río Spiti para pasar otro control de la policía.

Subimos los 10 km de pista divertida que separan la ruta principal de la Gue Stupa Mummy… o el Monasterio de la Momia.

Como buenos turistas pagamos las 20 rupias y vimos a la pobre momia de más de 500 años. Lo más sorprendente vino después cuando subimos a lo alto del monasterio por unas terribles escaleras…

Seguimos la ruta con espectaculares parajes del valle de Spiti hacia Tabo.

Allí paramos a comer y a visitar su monasterio con más de mil años.

No queda mucho para llegar a Kaza pero antes nos espera una visita al fantástico monasterio de Dhankar a una altura de 3.894 metros.

Allí las panorámicas son de película. La paz que se respira invita a quedarse un buen rato tomando un par de chais.

Después salimos hacia el norte para bajar por una pista empinada a la carretera principal, la NH505 y llegar a Kaza.

Kaza es la capital y ciudad más grande del valle. Nos quedamos tres noches en casa del gran Karan.

Excursion 1: Langza, Komic y Demul

Salimos en moto sin hacer las maletas hacia lo alto del valle por su vertiente este hacia el pueblo de Langza (4.400 msnm)

Tiene una población de 137 personas. Cuenta con una enorme estatua del Señor Buda, con vistas al valle y un antiguo monasterio.

Está ubicado en la base de la montaña Chau Chau Kang Nilda (6.303 msnm) que va a ser nuestro principal punto de referencia durante todo el día.

Komic (4.587 msnm) es nuestra segunda visita subiendo un poco más a tomar un chai en el restaurante más alto del mundo, según su cartel.

Allí empieza un tramo de pista de 20 km hasta la carretera de Demul.

Las vistas son espectaculares, los cielos azules y picos nevados están por todos los horizontes.

Según avanzamos por la pista pedregosa y serpenteante veo a la derecha una colina orientada al valle. Más cerca distingo huellas hacia ella abandonando mi pista bien marcada.

Decido probar aventura y salgo de la pista principal por la huella. Pronto nos encontramos una trepada pedregosa y polvorienta que nos lleva a lo alto de esa colina.

Difícil de expresar esos momentos. Es la segunda vez que veo la cordillera del Himalaya en 360º, con mis propios ojos. La primera en Nepal.

Llegamos a Kaza sobre la hora comer. Muy polvorientos, cansados, pero muy felices, bastante emocionados del gran día en moto.

Excursion 2: Mud en Pin Valley

En esta ocasión la excursión de unos 100 km sale hacia el sur de Kaza para luego cruzar el río Spiti hacia el oeste y seguir hasta el último pueblo de Pin Valley, Mud.

De los 100 km solo 30 de asfalto. El resto pistas muy rotas, agua, barro, arena, polvo. Varios cortes de carretera y esperas por el trabajo de las máquinas.

Los paisajes siguen siendo magníficos de las montañas y el río Pin. Seguimos su cauce que cambia continuamente de forma y color.

Cruzamos varios puentes para llegar a Mud. Allí contemplamos el color rojizo de la montaña que tenemos delante, tomando un chai en silencio, siendo conscientes de estar en un lugar muy muy remoto.

Por la noche celebramos el cumpleaños de uno de los compañeros con una riquísima cena, sin picante y estilo western, rematada con un delicioso Tiramisú de postre.

Muchas gracias Karan por tu hospitalidad y muy buen hacer profesional.

Chandra tal por kunzum pass

Empezamos el día un tanto nuboso por el norte visitando el monasterio de Key.

Pasamos un buen rato porque uno de los compañeros quiso que un Lama le bendijese unas banderas de regalo para una amiga.

Después continuamos por la vertiente este del valle subiendo hasta el puente Chicham, dicen que el más alto suspendido por cables de Asía…

Seguimos subiendo hasta las praderas donde nos encontramos con los Yaks.

Más adelante llegamos por la ruta de nuevo al borde del valle y empezamos a bajar con unas increíbles vistas del valle.

Tuvimos que parar porque una manada de Yaks estaba en medio de la carretera. Nos miraron algunos, apartándose lentamente pero poco, pasamos entre ellos.

Una pista muy ancha completamente recta que pronto será una buena carretera nos llevó hasta el almuerzo en Losar.

Losar es el último pueblo antes del paso Kunzum (4551 msnm). Saliendo del pueblo de nuevo encontramos un control de paso de la policía.

El resto de la ruta del día off road por unas tremendas pistas en obra, con grandes surcos de barro y luego arena.

Abandonamos el río Spiti convertido en una enorme pedrera, antes un glaciar, orientamos nuestra visión hacia el oeste.

La subida tiene curvas cerradas peraltadas con surco y grandes piedras que tiran los camiones de carga de gran tonelaje, que tienes que adelantar, avisando con la bocina, por los márgenes arenosos…

Así unos cuantos sufridos kilómetros hasta que la cosa se tranquiliza un poco, en cuanto a arena y tráfico.

De repente un vadeo con mucho caudal, pero 20 metros antes un vetusto puente con un cartel y una enorme piedra en cada entrada para que no pasen los camiones.

Paro, descanso, escucho caer el agua del último afluente del río Spiti esperando al grupo.

Veo que un compañero que ha hecho todo el viaje con su esposa de paquete viene solo. Me alegro, buenas noticias. Estaba sufriendo durante la subida pensando que no iban a parar para que ella se subiese al coche.

Seguimos y a pocos kilómetros llegamos al gran collado donde se encuentra el paso Kunzum, uniendo oriente con occidente.

Allí damos unas vueltas a la estupa con el sentido de las agujas del reloj, como dice la tradición, soportando un fuerte viento.

La bajada hacia el nuevo valle del río Chenab la hicimos más tranquilos. Menos tráfico y con de nuevo unas vistas impresionantes.

Antes de llegar abajo está el desvío hacia el norte para llegar a nuestro campamento en Chandra Tal.

La subida de unos 12 km estuvo muy divertida con pequeños cruces de riachuelos pedregosos.

Después de acomodarnos en nuestras tiendas, algunos en las motos y otros en el coche, continuamos hacia arriba hasta el parking del lago.

Luego el resto caminando hasta el lago. Era imposible llegar sin parar continuamente a respirar y descansar.

Un buen paseo después de un día duro de moto.

manali, la vuelta a la civilización

Después de pasar la noche más fresquita del viaje bajamos por donde subimos el día anterior hasta llegar al río Chenab y cruzar el puente de Batal.

Allí hicimos una parada en la pintoresca Chacha Chachi para tomar un chai. Mis compañeros hicieron un montón de compras y al final nos invitaron al té.

Salimos de Batal por una pista ancha con una espectacular vista del glaciar de Pico Papsura (6.440 msnm)

La ruta es de pista hasta los últimos 40 km. con cruce de riachuelos, piedras y arena.

Hacemos varias paradas para contemplar la maravilla de la naturaleza y el lugar donde estamos, a los pies de una montaña de más de seis mil.

Otras son para comer algo y tomar un chai.

Seguimos por el borde del río hasta que lo cruzamos en Chhatru para empezar a subir la otra parte del valle hacia el paso Rohtang.

La subida se hace larga, con una pista muy cambiante con riachuelos, barro, arena, lo de siempre y todo el rato empujando para arriba con algo de tráfico.

Es un espectáculo ir detrás de un Suzuki Alto 800 subiendo una de estás pistas. Esquivan el terreno como si fuesen buggys con cuatro o cinco personas dentro.

Por fin llegamos a un cruce asfaltado. Izquierda subida al paso Rohtang, derecha bajada hacia el túnel Atal, bajo este paso hacia Manali.

La experiencia de pasar este túnel de casi 9 km de largo a 3.000 metros de altura es única. Se hizo largo y cuando terminó salimos a un paisaje parecido al de la jungla del rey León.

Llegamos a Manali bajando la espectacular carretera con ligera lluvia e intenso tráfico. Habíamos vuelto a la civilización.

ultima etapa en moto a dharamsala

Sanjay y Murli me preguntaron la ruta que tenía planeada. Les dije que por la carretera nacional, que son unos 240 km, que en India son muchos.

Ellos me dicen que vamos a ir por una ruta rural por encima de las montañas que conocen bien. Ambos tienen su residencia cerca de Manali.

Algunos compañeros me pidieron no madrugar mucho debido a las celebraciones en marcha. El sargento cedió y salimos sobre las 10 de la mañana.

Tardamos mucho en salir de la ruta principal por el tráfico y empezamos a subir las montañas. Las manadas de bueyes y las estrechas carreteras hacen que el ritmo del viaje sea muy lento.

Llega el calor y la hora de comer. Seguimos por crestas de montañas y estrechos caminos hasta que veo un pequeña dabha en medio de la nada con bonitas vistas y jardín.

Allí almorzamos comida rápida y descansamos un buen rato, a pesar del largo trecho que nos quedaba de ruta.

Volviendo a las motos Sanjay me preguntó si quería bajar ya a la ruta nacional principal o prefería seguir por encima de las montañas.

Miré al resto, les hice unas señales y seguimos hacia arriba.

La ruta estuvo espectacular entre frondosos pinos y barrancos, mucha pista también, enlazando pequeños pueblos de montaña. El sol en frente empezaba a bajar. Nosotros aún tardamos un rato en hacerlo.

Cuando llegamos a la carretera nacional al sol le quedaban 30 minutos en el horizonte. A nosotros más de una hora larga de ruta.

Cuando se hizo de noche paramos en una gasolinera.

Después todos muy juntos, sin pasajeros en moto, con el coche delante llegamos por fin a Dharamsala para luego subir a Mcleod ganj.

La llegada épica. Dando varios giros para encontrar el hotel Sanjay con el coche, un par de motos pérdidas y la falta de aparcamiento al llegar al hotel.

Decidí meter las motos en el parking de otro hotel cercano. Sanjay y Murli se encargaron del resto.

Mcleod ganj es un sitio alucinante. Es como viajar a la capital del antiguo reino de Tíbet.

final del viaje en moto

Volvimos a Delhi volando sanos y salvos para ir por carretera a Agra y visitar el Taj Mahal.

Fin de esta gran aventura por el Himalaya en moto.

[Mango con moto y tren] Historietas de India en moto

[Mango con moto y tren] Historietas de India en moto

Estación de tren de Kottayam en Kerala

El viaje de tres meses en moto

En octubre de 2016 crucé India en moto por segunda vez de norte a sur. Esta vez con Marta detrás. Después de hacerlo solo en 2015, se lo prometí. Esta vez más aventura cruzando primero el Himalaya para continuar hacia el sur hasta Kanyakumari. El plan del viaje requería subir y bajar la moto del tren en varias ocasiones. Esta es la historia de una de ellas.

Sale la moto en tren a Delhi

Terminado el periplo, desde Kottayam (Kerala), envié la moto en tren a Delhi. Dos días de viaje que ya había hecho el año anterior. Esta vez reservé un vuelo barato para quedarme un día más en Kerala. Un plan muy apretado por seguir disfrutando un poco más del paraíso y no pasar 48 horas en un tren.

Al día siguiente salgo en avión a Delhi

Muy mal dormido a las cuatro de la mañana salí en un taxi hacia al aeropuerto de Kochi. El vuelo llevaba media hora de retraso. Durante los meses de invierno en el norte de India la niebla causa retrasos en vuelos y más en los trenes. Llegando a Delhi el capitán anunció que no podía aterrizar por la niebla y que debíamos esperar volando en círculos. Aquello fue eterno y en varias ocasiones parecía que bajamos, hasta que sin ver casi nada, aterrizamos entre suspiros y caras de gran alivio. La moto llegaba por la tarde a New Delhi en el Kerala Express desde Kerala.

En la estación de tren para recoger la moto

A las siete de la tarde aburrido y sabiendo que el tren venía con retraso me fui a la estación. Estaba en un hotel cerca, en el loco Karol bagh, era un agradable paseo en auto rickshaw. Llegué con muy buen humor. Subí a oscuras las escaleras hacia la pasarela de los andenes. Tenían un problema eléctrico en todas las fases de las escaleras. Al llegar al primer andén, estos si que tenían luz, me encontré un montón de gente, la mayoría esperando, sentados y tumbados sobre alfombras o cartones, descansando e incluso durmiendo. Otros comiendo y bebiendo como si estuvieran en un pinic. También algunos despistados, como yo, que llegaba a esa muchedumbre, en busca de un número de andén, un tren y una moto.

El gran ajetreo alrededor me tenía confuso, mi buen humor estaba muy tocado. Ni preguntando a los ferroviarios, ni en los paneles, podía ver información sobre la hora y el lugar de llegada del Kerala Express. Me preguntaba si podría sacar la moto de allí esa noche o volvería sin cumplir la misión. Decidí ir a la zona de mercancías de la estación. Volví a subir a la plataforma con la linterna del móvil. La gente se movía entre empujones con los equipajes cómo podían, con los niños, algún animal doméstico, era una locura. Las luces de las escaleras seguían sin funcionar. Observando el descomunal desorden atravesé por la pasarela principal la enorme estación con 16 andenes.

Daniel y MartaPepper Trail en Wayanad

 

Entrando al Valle de Spiti en el Himalaya.

Con Shibu en Goa

El almacén de mercancías

Después de un buen paseo entre trenes, vías y sombras de portadores arrastrando mercancías, llegué al almacén. Al entrar dos perros jóvenes que jugaban entre las cajas me gruñeron. Los viejos acostados inmóviles sobre estas, levantaron sus cabezas sin perderme de vista. Seguí y empecé a ver porteadores descansando sobre cajas y carretillas. Debían estar esperando a los trenes con retraso. Todos con el mismo aspecto, muy flacos con sus pañuelos de trabajo como almohada, pies descalzos y chanclas en el suelo, con la ropa sucia y rasgada.

Uno de ellos se acercó y me preguntó qué hacía allí con la mirada. Le dije que estaba esperando el Kerala Express para recoger una moto. Moha no hablaba inglés y mi hindi es solo para saludar con amabilidad. Entendí después de las miradas y los gestos que Moha y un amigo querían acompañarme al andén a buscar la moto.

Paseo al andén 14

Y de nuevo regresé a las sombras de la estación, luces muy pocas aquella noche hasta aquel momento. Esta vez iba acompañado por los porteadores y era distinto, empecé a disfrutar del drama. Moha se dirigió al andén 14. Ese preciso momento llegó un tren frenando, los altavoces chillaban anunciando las llegadas, la multitud de un lado a otro, entre las carretillas y los porteadores. Para mi un autentico escenario de caos absoluto y para el resto de los miles de indios de la estación la vida normal. El tren no era el Kerala Express.

En el andén opuesto otro tren iba a partir de inmediato. Los últimos pasajeros subían con premura. Estábamos cerca final del convoy, en el penúltimo vagón los porteadores con mucha prisa y desorden cargaban las últimas mercancías. La tensión del alboroto era tremenda. Los porteadores con carretillas a tope de carga esquivaban al resto de milagro. Las cajas de mercancías entraban al vagón a empujones o volando por encima de las cabezas. 

Más retraso del Kerala Express

Al final el tren partió. Aproveché ese momento de calma para preguntar por mi tren. Un señor con una gorra con visera y tomaba notas sobre la expediciones sobre un atril en medio del andén. Me dijo que el Kerala Express venía como mucho retraso. Moha sugirió volver al almacén y esperar allí. Aquel perruno lugar era casi nuestro y los andenes del resto de los indios. Invité a Moha y a su amigo a un chai, y allí entre las cajas de mercancías, las carretillas, los perros y las penumbras, lo tomamos como en casa. Moha con su biri y yo con mi cigarro.

Al rato el amigo se cansó de esperar y con un saludo diciendo «Aquí os quedáis» desapareció entre las sombras. Pasaban las horas y una app del móvil me decía que el tren estaba solo a 50 km de Delhi, pero parado. Nos sentamos en casi todas la carretillas del almacén, incluso a ratos Moha tumbado sobre ellas. Yo tenía miedo de relajarme y que se me subiese un perro buscando calor humano, eran muchos. Estuvimos hablando parte del tiempo. Moha me preguntaba por algunos países por los que sentía curiosidad. También hablamos del sur de India. Terminé los cigarrillos cortos Gold Flake y solo nos quedaban los biris de Moha. La megafonía de la estación anunciaba la llegada de los trenes en hindi e inglés. Por fin, después de muchos trenes y seis horas, el Kerala Express entraba por el andén 14.

Santuario de vida salvaje de Wayanad en Kerala

Por fin llega el tren con la moto

Al cruzar de nuevo las vías desde el almacén al extremo de la estación, echamos de menos al amigo de Moha. Por allí merodeaban en la oscuridad grupos más grandes. A paso ligero llegamos de nuevo a la pasarela para llegar al andén 14. Bajamos las escaleras y el tren que estaba llegando era el Kerala Express. Seguimos caminando por el andén hasta el penúltimo vagón, el de mercancía. A llegar los porteadores estaban intentando abrir las enormes puertas de acero. No había forma, ni tres ni cuatro, ni uno o dos con la palanca. Parecía imposible abrir la puerta, trabada por los golpes sobre raíles de los tres mil kilómetros de viaje. El capataz regañaba a los flacos porteadores, que seguían intentándolo con una enorme palanca y tremendos golpes.

Un mando superior con barriga llegó y empezaron los gritos entre ellos. Al final desde dentro, una de las puertas se abrió haciendo un ruido infernal y dejando caer un par de cajas de mango a las vías. Me acerqué todo lo que pude y no estaba la moto. Solo cajas de mango amontonadas sin orden. Moha me preguntó que si estaba seguro de que la moto había subido en ese tren, le dije que sí. Quedaba la otra puerta por abrir. Y se abrió como la primera, con golpes, chirridos de metal y palancas. Debajo y entre muchas cajas de mango estaba la parte de atrás de la Himalayan.

El calentón

Mi tolerancia aquella noche era mucha pero me asuste al ver la moto. Con la presión de las cajas de mango sobre ella, pensé que se podía haber roto algo. No me aguante más e hice un par de gestos de enfado, indignado, algo que pocas veces funciona. El ambiente era muy tenso. Todos estábamos muy cansados de esperar el tren. Los mozos lanzaban las cajas de mango desde el vagón al andén y allí otros se encargaban de hacer montones para contarlas. Un capataz, con un jersey a rayas azul muy limpio miraba con mucho odio y gritaba corrigiendo a los porteadores que manejan las cajas, con muy poco vigor y menos organización. Después de un buen rato cuando terminaron de bajar todas las cajas de mango bajaron la moto.

Moha me pidió el recibo de la mercancía para que el responsable de las expediciones del andén, nos diese otro papel para sacar la moto de la estación. Aquello seguía siendo una locura. Al otro lado de la plataforma estaba apunto de salir un tren y estaban cargando las mercancías. Lo mismo que antes. Metían los paquetes a presión y a gritos. Tenía que seguir esperando lo que noche dictase.

Vagón de mercancías del Kerala Express

El vídeo del calentón. Moha el del gorro de la derecha.

En cualquier pueblo de Kerala.

 

Kunzum Pass 4500 msnm
Amigos en la ruta

En Chhatru después de salir de Chandratal a casi 5000 msnm

Vuelta al almacén con la moto

Al rato llegó Moha con el papel. Agarre el manillar y empecé a empujar la moto por el andén hacia el almacén. Moha me increpó diciendo que ese era su trabajo y le dije que luego le tocaría a él, que empujará por detrás. Este viaje era diferente, la moto no podía subir las escaleras, para por la plataforma principal llegar al otro lado de la estación y luego a la zona de mercancías. Tuvimos que salir hasta el final del andén y un poquito más, para poder cruzar la moto sobre las vías. Ese recorrido fue el más infernal de la noche por los suburbios y las penumbras de la gran estación de New Delhi.

Llegamos con Moha tirando de la moto. Para conseguir el pase definitivo de salida a la moto, había dos ventanillas, con dos personas casi toda la noche, ahora sólo una operativa. Tuve que esperar a alguien que estaba con su trámite. No entendía nada. Durante la noche nadie había pasado por esas ventanillas y ahora estaba haciendo cola. Moha desde lejos me hacía gestos para que me tranquilizase, diciéndome que estaba casi hecho, que fuera más paciente.

Llegado mi turno le di al tipo el recibo por la cochambrosa ventanilla. Él era igual de horrible, con un ojo mal, arrugas profundas y una peluca de pelo liso negro grasiento. Cogí aire profundamente, sin hablar no moverme esperé. Terminó de teclear y la impresora vetusta de carril no funcionó. Lo intenta, pero el botón no responde. Arranca una hoja del rollo y se sienta de nuevo, sacando un boli del bolsillo de su camisa. Inhalo y exhalo de nuevo. «Que funcione el boli por favor». Solo escribe unos números y me da el papelucho sonriendo con cara de joker.

El último Chai

Nos quedaba atravesar el gigantesco almacén principal para llegar a una mesa donde esperaba otro señor con gorra de visera. El último puesto de control de la estación de salida de mercancía. Unos 70 metros con Moha y la moto en los que hice un repaso. «Móvil, mochila, gasolina y moto. Ahora compro tabaco cuando salga, a las tres de la mañana aquí está todo abierto». Tenía muchas ganas de un cigarro y no quedaban ni biris de Moha. 

El tipo del sombrero

Al llegar a la altura de la mesa vi sentado frente a ella a un tipo delgaducho con jersey verde ceñido. A la derecha de la mesa dos sillas de estación, de esas que están juntas, y otro tipo sentado en una de ellas, más grueso, con abrigo y sombrero. Saludé y puse mi papel sobre la mesa, donde humeaban tres apetecibles chais humeantes, tapados en vasos de plástico. El tipo del sombrero me dijo mirándome que agarrarse uno. No dudé ni un segundo. Cogí el vaso calentito, dando las gracias a todos los dioses hindúes y santos católicos. Luego hizo un gesto para que me sentase junto a él. Era un hombre muy corpulento. Debajo del sombrero pude ver unas gafas negras con unos cristales verdes, que no eran nuevos. Sacó del bolsillo del abrigo un paquete de cigarrillos y me puso lo puso delante. Agarré uno y muy amablemente sacó su encendedor dándome fuego.

Sentado con el chai y el cigarro pensé que el momento era un justo premio después de aquella noche de batallas. Levante la mirada hacia atrás y allí estaba Moha con la moto esperándome. Tras él pasaba un tren de carretillas cargadas con las cajas de mango que salían del almacén. Cuando volví la cabeza, el tipo del sombrero me miró fijamente por encima de sus gafas verdes y me dijo: «Soy el dueño de las cajas de mango, creo que usted es el de la moto, un placer conocerle».

[Himalayan Sand Adventure] Viajes en moto de aventura

[Himalayan Sand Adventure] Viajes en moto de aventura

He tenido el gran privilegio de participar en un grandioso fin de semana en la playa con lo que más me gusta, retos, amigos, motos y birras. Todo gracias a la iniciativa del concesionario de Royal Enfield Buenas Rutas, en Pilar, Buenos Aires.

El reto consistió en conducir la Himalayan por arena y dunas. El lugar Pinamar, un destino muy turístico de playa al sur de Buenos Aires. Me gustó mucho, la ciudad, las pinadas y la playa.

La ruta 2

Salimos un viernes once motos desde una gasolinera de Buenos Aires para recorrer juntos los 342 km que separan la capital de Pinamar. Sorpresa! Además de los colegas participantes y los chicos de la tienda, nos acompaña el amigo Gato Barbery, piloto y periodista, especializado en el mundo de motor y la competición.

Pinamar

Después de cinco horas de viaje con un par de paradas de hermandad y descanso en la ruta llegamos a Pinamar. Me recordó mucho a mi querida playa de San Juan, edificios de apartamentos con sus bajos de comercios, todo con un ambiente claramente playero.

Playas Hotel es el primer hotel de Pinamar conservando un estilo clásico y muy acogedor. Cenamos en su bonito patio, ya todos pensando en ponernos las botas al día siguiente, ese día que no te importa nada madrugar.

El día del reto

Y temprano con esa bonita luz de la mañana salimos en caravana detrás del 4×4 por la costanera de Pinamar, sin asfalto, todo un lujo. La playa es grande y poco a poco se van terminando los restaurantes y chiringuitos. Con dos pilotos abriendo y cerrando el grupo, Jorge Herrera y Javier Alteri, seguimos hasta que empieza la pinada. Ellos se iban a encargar de llevar el grupo y darnos en todo momento los valiosos consejos para disfrutar del día de moto, arena y playa.

El primer tramo fue un filtro. Una pista de arena paralela a un camino de asfalto para prácticas equinas. Una recta de unos mil metros, muy bacheada, pisada por los caballos y de arena muy suelta. Pasamos todos y a partir de ahí estaba claro que el grupo iba a llegar al final tal y como empezamos.

Después de varios caminos de arena entre preciosos pinares, llegamos a la zona de dunas. Subimos, bajamos jugando y disfrutando mucho. El clima fue perfecto, día soleado, sin viento y el calor justo. Jorge y Javier nos indicaron como girar rápido y otros trucos que justo después practicamos. Solo me caí una vez, justo después del momento de esta foto de Dario, que se encargaba del reportaje del evento.

Y por fin la playa

Así que paso la mañana volando y llegamos todos a la playa sanos y salvos con una sonrisa de oreja a oreja. Nos estaban esperando las birras de la victoria. Pero antes de la birra lo que hice fue ponerme el bañador y salir disparado hacia el mar. El agua del océano estaba perfecta y fue el primero de unos cuantos.

Estuvimos comiendo cosas muy ricas del mar en un gran chiringuito, Kota Beach. Aquí los llaman balnearios 🤔 Después de comer y la sobremesa fuimos al final de la playa a una carpa de Royal Enfield Buenas Rutas. Allí seguimos disfrutando del gran día hasta últimas horas de la tarde.

Un gran fin de semana gracias a la iniciativa de Royal Enfield Buenas Rutas y Royal Enfield Argentina. ✌

[Un Mahou en McLeod Ganj] Historietas de India en moto

[Un Mahou en McLeod Ganj] Historietas de India en moto

Himalaya en moto, principio de octubre 2016

Backwoods Mountain Camp

Llegamos a Manali después de viajar en moto por el valle de Spiti. Allí tuvimos la suerte de conocer a Vikas y estar alojados en su fantástico Backwoods Mountain Camp. El campamento se encuentra en un lugar magnífico en plena montaña. Las vistas son espectaculares sobre el río Beas y Manali.

Vikas es tipo excepcional de esos que conoces viajando.
Tiene una huerta y todo lo que come lo hace con conciencia y es orgánico.
Conoce las montañas como nadie y organiza todo tipo de caminatas desde su campamento. Incluso te lleva a dormir a un iglú en medio de la montaña.

Dharamsala

Nuestro siguiente destino fue Dharamsala. En las cumbres de las colinas de de esta ciudad del Himalaya está el pueblo de McLeod Ganj. Es el lugar de residencia del Dalai Lama y donde está exiliado el gobierno de Tíbet. Un sitio donde la cultura tibetana está viva y coleando. El plan era estar allí diez días durante los cuales Marta hizo un curso de budismo en el Tushita Meditation Centre.

Marta estaba cansada de la moto y decidió viajar en bus desde Manali hasta Dharamsala los doscientos y pico kilómetros, toda una aventura. Fue un día de viaje inolvidable. El primer día después de cruzar el Himalaya en moto, el primer día del resto del viaje. Durante gran parte del trayecto por los valles de Himachal Pradesh fui detrás del bus. Se me ocurrió que lo mejor era no perderlo de vista 🙂

McLeod Ganj

Durante aquellos días estuve organizando el resto del viaje que iba a terminar en Kerala, en el sur de India. También me escapé un par de días a Earth House la casa rural sin cables en Palampur, donde estuve de maravilla.

Una de esas tardes bajé a McLeod Ganj desde mi privilegiada casa en las alturas de las colinas, Jagatram Niwas.

Este lugar es como toda India, mucha, mucha, muchísima gente y si además es hora punta… y quieres comprar una birras tienes que tener paciencia. Este vídeo lo grabe sin saber que la Go Pro estaba encendida. He puesto una banda sonora que lleva muy bien el ritmo de los acontecimientos.

Bajada de humos

Cada vez que bajaba al pueblo tenía que subir una pista muy peliaguda. Sobre todo al final que se empinaba mucho con curvas muy cerradas. Ese trozo estaba muy mal, un pedregal de cemento roto, lleno de ramas y gravilla. En una de estas que subo me detengo para hacer unas fotos y me encuentro la siguiente escena:

Jamás olvidaré la cara del niño mirándome y como diciendo… «Ehhhh qué te crees?? Que eres el único que sube aquí?» 🙂

Delta en moto con Enduro Austral

Delta en moto con Enduro Austral

Salimos de Buenos Aires

Para recorrer el delta en moto vamos por la ruta 9 a poco más de una hora de camino del centro de Buenos Aires. Allí se encuentra el gran río Paraná, hidrovía para grandes cargueros que llega hasta Paraguay a lo largo de 3.442 km. 

Delta en moto con Enduro Austral

La excursión la organiza la empresa Argentina de viajes en moto Enduro Austral juntando a un grupo de amantes del ripio y la aventura sobre dos ruedas. Se hace los domingos un par de veces al mes, si el clima lo permite. Puedes ir con tu moto o alquilar una. Llevar pareja.  Para más info podéis contactar con Charly:  +54 911 31817884

Cruce en balsa del Paraná.



Cruzando el ancho cauce del río en una barcaza trailer para vehículos se llega al delta. Una área sin asfalto y por lo lo tanto con muy pocos vehículos de cuatro ruedas, viva la libertad y el sosiego!

Pasamos por varias granjas y empresa de madera que apilan los troncos junto al río. Nos cruzamos con los campesinos y vemos niños jugando frente a las casas.






Travesía por el delta del Paraná con Enduro Austral

 

Asado del Delta en moto

Después de recorrer pista y otros no caminos entre los bosques de plantaciones de álamos y sauces, la parada es obligatoria para tomar un riquísimo asado en el Camping El cielo. Un bonito lugar en la rivera del río Calaveras. Allí hay un sendero habilitado entre arboles para hacer en moto. Es recomendable hacerlo antes del almuerzo para ir más ligero.

Merienda

Antes de volver seguimos cruzando ríos para tomar unas birras de recompensa en el histórico lugar de Recreo Blondeau. El delta en moto estaba hecho,



Un día hermoso de motos y muy buena compañía que merece la pena a pesar de la Panamericana y tráfico agónico 🙂

 

 

 

Otros viajes en moto con Enduro Austral:
https://blog.aventuraenindia.es/carretera-austral-en-moto-con-enduro-austral/
https://blog.aventuraenindia.es/atacama-enduro-austral/
https://blog.aventuraenindia.es/tierra-del-fuego-moto-enduro-austral/
https://blog.aventuraenindia.es/machu-picchu-ruta-inca-moto/