La ruta de las plantaciones llega a Wayanad, el primer distrito del estado de Kerala en plena cordillera de los Ghats Occidentales. Recuerdo que la primera vez que mire el mapa de India, como siempre mirando hacia el sur, ya me llamó mucho la atención este lugar. El año pasado en mi ruta en solitario, también quedé fascinado por la belleza y contrastes de estas tierras fértiles del sur de India. El famoso paraíso tiene que ser muy parecido, rodeado de reservas naturales y santuarios de vida salvaje, por los cuatro puntos cardinales. La fértil tierra roja y el clima tropical hace que el viaje sea un continuo paso a través de una vegetación exuberante con plantaciones, principalmente de café y té. Y justo en el centro de este vergel tropical, rodeado de colinas y macizos de piedra negra, se encuentra Tranquil Resort.
Mucho más que un alojamiento de lujo en Wayanad, Tranquil Resort es una experiencia de viaje increíble e inolvidable. Desde la puerta de entrada de la propiedad hasta la casa principal, recorres un kilómetro y medio por un sendero increíble a través de la plantación de café, sus palmeras y arboles centenarios. La plantación se creó alrededor del año 1800, en la época colonial. Los dueños británicos la vendieron a los holandeses y luego a empresarios indios, después de la independencia. En 1994 la plantación fue comprada por Aswati Plantations Ltd. El café es la principal cosecha, junto a la pimienta y nuez de areca. En los últimos tiempos se cultiva nuez moscada y árboles frutales exóticos como el mangostán, el lichi y la vainilla. La principal estación de cultivo para el café y la nuez areca es entre mediados de enero a mediados de marzo, durante los cuales, la plantación está en plena actividad.
Todo te hace sentir que estás en un sitio excepcional. La amabilidad con la que te recibe Ajay y su familia es exquisita, natural y sincera. Ellos son ahora los propietarios de la casa principal. Sus padres la rehabilitaron como hotel y vivienda, y ellos la han sabido convertir, con seguridad, en uno de los alojamientos con más encanto y personalidad del mundo. El buen gusto en la decoración, la comodidad de las habitaciones, los frondosos jardines, la piscina rodeada de preciosas plantas, los diversos senderos para recorrer la finca, acompañado de uno de los mastines de la familia. Todo ello junto a la hospitalidad de sus anfitriones, te hacen sentir parte de esta plantación legendaria, en medio del paraíso. Solo deseas que el tiempo se detenga.
Salí del Valparai muy pronto con mal tiempo en busca deuna preciosa casa rural en Munnar. Bajé el acantilado de curvas entre una espesa e incómoda niebla que no se aclaró hasta llegar a la base del lago. Unos 15 km más adelante giré a la derecha y otros 30 km después, volví a girar 45 grados a la derecha para ir de nuevo hacia el sur.
Lo primero que vi a mi derecha fue de nuevo los picos de Valparai todavía cubiertos por la nubes. Pero mi camino estaba al frente y despejado y lo primero que tenia por delante era el parque nacional de Chinnar.
El paisaje en Chinnar era seco, semi meseta, me recordó a África. Poco después la carretera se fue empinando y el paisaje pasa a ser más verde y tropical. El valle discurría entre dos parque nacionales, a mi izquierda al este el Anamudi Shola y a mi derecha, al oeste, el Eravikulam. Fantástica ruta de nuevo.
Subo por el precioso valle rodeado de campos de Té y cascadas. Y arriba me encuentro, al doblar la curva, el pico más alto del sur de India, el Anai Mudi, 2695 metros.
Disfruto de la bajada casi hasta Munnar sin motor y después de saludar a Mohan, salgo a través de otro precioso valle hacia el sureste, en busca de mi destino, el Neelakurunji Plantation Bungalow.
Y en una empinada y sinuosa pista con cemento y a través de los campos de cardamomo llegue al bungalow de Neelakurunji.
Al día siguiente dimos un precioso paseo a primera hora por los alrededores, terminando atravesando la plantación de Cardamomo, bajo el frescor de las plantas, sensación muy agradable.
Otro sitio más de diez para vivir una gran experiencia rural, con un trato familiar y una cocina excelente. Muchas gracias Prinil y Arun.
De Red Hills tuve que salir un día antes de mi previsión y no tenía nada atado. Acabe en una casa de huéspedes, unos 25 km en la dirección de la ruta del día siguiente, que sabía que era especial, por que me lo había dicho Pablo. Con el amanecer salí hacia el este por pequeñas carreteras entre valles y colinas de granjas y plantaciones de Té. Después subí un puerto de montaña increíble rodeado de plantaciones de Té, para luego girar hacia el oeste 45 grados y bajar sin motor una fantástica ladera con vistas de las montañas y los valles de los Western Ghats, con sus poblados de colores cerca de los picos.
Una vez abajo pasé por un pueblo fantasma con una presa y su central hidroeléctrica, para seguir bordeando y bajando barranco por un valle que de verde Pirineos pasaba a seco Almería. Abajo llegué a la barrera de la reserva de de Attappadi y después de registrar mi entrada seguí por una pista polvorienta de unos 10 km que me llevó hacia un nuevo valle, en el que el paisaje seco se convierte en tropical poco a poco, para empezar a ver campesinos y cruzarme con algún un auto rickshaw. Había llegado de nuevo a la civilización.
El paisaje se convierte en idílico llegando a la reserva nacional de Silent Valley, con sus picos al fondo durante kilómetros y kilómetros de curvas y preciosos arboles dando sombra.
Lo bueno termina poco después para hacer unos 70 km por carreteras con mucho tráfico, camiones y autobuses. Después en Pollachi, giré hacia el sur y después de largas rectas al fondo se ven los picos del Valparaiso que poco más tarde, dejando descansar a Five, tendré que hacer en una preciosa subida por un acantilado, por una buena carretera destino hacia el jardín de los dioses, mas que nada por el tamaño de estos.
Una vez arriba tuve el placer de alojarme en los bungalows de Stanmore, una de las plantaciones de Té más grandes de Valparai. Toda una experiencia de Sir y por supuesto con vistas a la fábrica para ver bien que todo está funcionando.
Al día siguiente dimos un paseo por la plantación y aquí sobran las palabras… Sigo buscando paraísos 🙂
Salí de Wayanad con la sonrisa perpetua, después de ver dos elefantes salvajes en lo alto de la colina. La ruta me estaba gustando mucho. Me equivoque de carretera y me encontré con esta preciosa roca rodeada de vergeles y granjas, el día prometía mucho.
Y así fue al encontrar, después de dar unas cuantas vueltas, Red Hills. Es una plantación de Té, convertida en casa rural, situada en la montañas Nilgiri. A unos 20 se encuentra Ooty, la capital de la zona, que es conocida en India como «The Queen of Hill Stations» por su belleza. Actualmente la economía de la zona se basa en el turismo y la agricultura. Los ingleses llegaron cerca del año 1800 y quedaron cautivados, comparando estas tierras, con la europea Suiza.
Los bungalows de Red Hills conservan todo la historia colonial en sus paredes y es casi como estar en casa del Sir Inglés, que la ocupaba hace decenas de años. La finca está situada a media altura de la montaña sobre un terraza con unas espectaculares vistas al lago Emerald.
Como casi siempre, el segundo día, muy pronto por la mañana salimos a dar un paseo hasta la cumbre más cercana. Tuve la suerte de ser acompañado por el director de la finca Mr. Mohan, que me trató como si estuviera en mi propia casa. Vimos muchos pájaros preciosos y cantarines, un ciervo y vistas espectaculares de toda la comarca.
Toda el área de las colinas Nilgiri es preciosa si te gusta la vida rural. Plantaciones de Té, granjas, valles, picos, puentes, los campesinos, un paraíso para disfrutar de la verdadera India alejado de los humos de las grandes ciudades. Y además un destino ideal para viajar durante los cálidos meses de verano del norte de India, por su clima templado en verano y frío en invierno, debido a su altitud, que es de más de 2000 metros.
En la oficina de turismo de Munnar nos recomendaron una agencia de aventura y allí conocimos al gran Mohan. Otra de las maravillas de viajar es los personajes únicos y auténticos con los que te encuentras, Mohan es uno de ellos y como Asustohs en Kausani o Shibu en Goa, te dejan huella para siempre.
Después de un paseo de 3 horas por las colinas de campos de te que rodean Munnar, nos convenció para hacer un trekking de dos días en una zona a unos 40 kilómetros de distancia de Munnar. Nos dijo que si podía el mismo no guiaría y eso prometía ser grande. Y así fue, al día siguiente nos subimos con Mohan en un autobús local que nos iba a dejar a tres horas de camino de la «Top Station». Este lugar es una antigua estación de un cable teleférico, que en los tiempos de las colonias y la explosión de la industria del te, suministraba desde la llanura de Tamil-Nadu todo tipo de enseres a los trabajadores que habitaban la montaña por aquel entonces. Nada más dejar la carretera nos encontramos con eso que vamos íbamos buscando, la paz y la quietud de parajes indescriptibles por muy buenas fotos que os pueda enseñar.
Caminamos entre campos de te con plantas de más de 100 años de edad. Otros justo al lado de estos habían sido plantados solo hace 5 años. De vez en cuando Mohan se paraba y empezaba a contarnos detalles, sobre el te, su historia, los nativos y su filosofía de vida. Escuchar su sabiduría contemplando los parajes de la colinas donde se mezclan los bosques primarios con los campos de te, oler las flores, probar los frutos, escuchar los animales del bosque, ver volar aves de colores brillantes… Todo tiene sentido en un lugar así.
Después de comer un curry en la «Top Station» empezamos a bajar hacia la «Bottom Station», desde donde empezada el antiguo cable teleférico. Allí íbamos a dormir esa noche. La bajada transcurrió por senderos serpenteantes plagados de exóticas plantas tropicales, flores de todos los colores y animales que sabíamos que estaban allí pero que no se dejaban ver. Mohan nos iba contando las propiedades de cada planta y árbol que nos encontrábamos. De vez en cuando se paraba para observar algún animal que oíamos pero no veíamos. A mitad de la bajada pasamos por la «Middle Station» un pueblo de nos más de 20 habitantes que viven de las plantaciones de cafe, el cual tuvimos la ocasión de probar en el «bar» del pueblo.
Casi al anochecer y después de mojar los pies en una refrescante cascada llegamos a la «Bottom Station». En momento de la llegada no lo olvidaremos nunca. Nos recibió una plantación de palmeras tropicales que nunca jamas habíamos visto. Era como estar en un paraje de otro planeta.
Allí pasamos la tarde noche entre las sonrisas y saludos de los no mas de 200 habitantes del pueblo y algún que otro ladrido de los perros asustados por los extraños visitantes.
Al día siguiente el reto era mucha mayor. Desde allí subimos una preciosa montaña durante más de cuatro horas muy duras, para llegar a las plantaciones de te más altas del mundo, Kolukkumalai, a 2750 metros de altitud. Cómo no, allí nos tomamos un te y emprendimos la vuelta a Munnar bajando por un camino rodeado de inmensos y espectaculares campos de te, acompañados por los truenos y la nubes de la tormenta tropical de medio día, la cual nos pillo comiendo, en un bonito templo hindú ya abajo en el valle.
Y mañana volvemos a Delhi, más que contentos de estas vacaciones, en la cuales hemos descubierto lugares y gentes que nos invitan a pertenecer a ellos para siempre y vivir nuevas experiencias, pero eso no lo puedo escribir ahora porque es el futuro.