Después de la tormenta viene la calma. Y después de quedarnos un poco cortados el miércoles en Dhangethi por la lluvia, el Jueves amaneció el cielo azul alicante y nos fuimos de excursión a recorrer islas cercanas del sur atolón Alif Dhaal, donde está Dhangethi.


La primera isla a la que fuimos es la más meridional del Atolón. Es una reserva en la hay una granja con animales domésticos y plantaciones de vegetales.


Este es el equipo de rodaje de la televisión local de Dhangethi. Aprovecharon nuestros visitas a las islas para hacer entrevistas a los nativos y reportajes de los paisajes.



Después estuvimos en unos de los sitios más espectaculares del viaje. Un grupo de tres islas pequeñas con aguas cristalinas y preciosas, una de los lugares más especiales en los que he estado nunca.






Y rodando rodando estaba está señora de algún país muy oriental, con un grupo de visitantes de un resort, en la isla en la estábamos en ese momento, Dhidhdhoo.




Dhidhdhoo nos llamó la atención por su exuberancia de vegetación tropical, además de caracolas en el campo, cómo si fuesen hormigas. Nos contaron que la isla fue poblada hace unos 300 años por un francés y una maldiveña que decidieron irse a vivir a la isla, después de no recibir de la familia de ella, la aprobación para el matrimonio con el extranjero francés.





La última isla del día fue la más cercana a Dhangethi, Dhigurah. Un poblado nativo con unos 600 personas. La mayoría de los habitantes de estas islas, sobre todo los más jóvenes, trabajan en los resorts cercanos.








El viernes fue mi día grande. Sin ningún plan predeterminado, después de las 2 de la tarde, salían todos los hombres del pueblo de rezar en la mezquita. Me enteré a través de uno de confianza que se iban a pescar… Pero no concreté nada con él, se hizo un poco el sueco a lo maldiveño. Nos despedimos, cada uno por su lado, pero al rato yo me dirigí hacia las costa este, donde están las embarcaciones de pesca.


Por el camino me cruce con tres chicos con las aletas y las gafas que no conocía. Les pregunte si iban a pescar y si me podía ir con ellos. No me dijeron que no. Embarcamos en un pesquero a motor, el timonel, cuatro pescadores y yo de invitado. Fuimos a los mejores arrecifes de la zona, con una profundidad entre 4 y 7 metros. Nos íbamos moviendo en el barco, de arrecife a arrecife, lanzandonos al agua en muchas ocasiones. El barco siempre estaba cerca, para ir recibiendo la carga de pescado del reef. En unas tres horas pescaron más de 70 kilos. Los arpones eran manuales, de una longitud de unos tres metros. Los peces, grandes de diferentes familias, con colores preciosos y brillantes. En rapidez y destreza destacaba el chico de la foto, Fast Champi. Lanzaba el arpón con el brazo con si fuese una pistola. Le vi acertar muchas más veces que fallar. Increíble experiencia.




En este carguero de resort salimos de Dhangethi el sábado a las 11 de la noche. La salida del atolón, con la luna colgando a la derecha, las estrellas en el cielo y las sombras de las nubes, fue como el principio de Titanic, un precioso romance. A los diez minutos, empezó una ligera lluvia, que nos hizo bajar a la bodega y pasar el resto del viaje pegados al suelo intentando dormir, escuchando crujir la madera del barco y las olas golpear el casco. Un gran final para una gran aventura.




El regalito en forma de vídeo, para los que habéis llegado hasta el final.