Ahora mismo escribo desde el Hapa Ten Express, un tren que he cogido esta madrugada en Ahmedabad y que cerca de la medía noche, después de unos 1.800 kilómetros, me dejará en Margao, Goa. Lo más difícil era conseguir que Five pudiese venir conmigo en el mismo tren y así es, va en el vagón de mercancías, al final del convoy. Estoy cansado y todavía me queda para llegar al Buddha Garden, pero también feliz y contento. Hay veces que el vagón de mercancías viene lleno y entonces la moto no cabe y hay que esperar que la lleven en otro tren, lo cual es un problema, ya que no se sabe en cual, ni cuando.

El Martes día 24 salí de Udaipur con dirección a Mount Abu, 150 km con Five por una autovía de doble carril, hasta llegar al pie de la montaña. Allí empiezan unos veintitantos kilómetros muy divertidos, de curvas con peraltes.  El problema es el tráfico que viene en sentido contrario, como siempre en India no sabes por donde pueden venir, y los monos, que pueden aparecer en cualquier momento en medio de la carretera y tirarte al suelo al atropellarlos.

Mi visita en Mount Abu tenía como objetivo conocer la organización Brahma Kumaris y sus centros de retiro. Ha sido un fiasco grande. No me han atendido, todo lo contrario, han sido soberbios y mal educados. No es mi tipo de gente, no me gustó la gente que vi por allí, todos de blanco y los jefazos con sombrero, igual que el de Jr. Ridículo. A nadie le voy a decir que no vaya, ya que no hay nada como ver las cosas por ti mismo, pero el retiro que yo haría, está claro que no sería con Brahma Kumaris, mucho mejor en Goa, con mi amigo Shibu o en los monasterios del Himalaya, con los monjes budistas… aunque algunos de estos también llevan gafas de sol Rayban e Ipad… En fin que cuando nos juntamos muchos por la misma causa, la causa se diluye y prima el interés individual. Así que conclusión, los retiros de mente y cuerpo recomiendo hacerlos en petit comité, con amigos bien conocidos y lejos de grandes organizaciones de predicadores con sombrero, que quieren salvar el mundo desde la estupidez y prepotencia.

De Mount Abu me he quedado con el bonito hotel que me ha alojado, The Jaipur House, un palacio de más de cien años reconvertido en hotel, en lo alto de valle y vistas al lago. También con la cantidad de turismo doméstico que tiene. Es un sitio de moda para los viajes familiares y las lunas de miel de los indios.

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Los británicos dejaron su marca en toda India y es curioso ver un enorme campo de polo en lo alto de estas montañas, con las que acaba la cordillera de las Aravelis.

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Después de dos días allí salí el jueves hacia Ahmedabad, capital de estado indio llamado Gujarat. La ruta tiene unos 230 km y es una autovía de doble carril. Allí he estado alojado en una guest house, conocida por su excelente restaurante, muy cerca de la estación de tren, desde donde he salido esta madrugada.

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La calle del hotel era el mismísimo infierno, algo que no había visto todavía en India, ni en Delhi, ni en Mumbai… El caos ordenado absoluto, un ruido infernal de autorickshaws, camiones y autobuses, pasando a bocinazos durante todo el día y casi toda la noche. Pero es que de vez en cuando es bueno estar un poco en el infierno para saber valorar el cielo, así que me ha gustado estar en la caldera.

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Lo que más me ha gustado de esta emergente ciudad India ha sido su gente, que me han tratado de maravilla, allí por donde he pasado. En el hotel y su restaurante he hecho amigos, el barbero, la gente de los bazares por donde he paseado, hasta los conductores de autorickshaw no me han querido timar todo el rato. Se nota que es una ciudad muy poco turística para los extranjeros y claro, les pillamos de sorpresa. Me he encontrado muy buena gente, hasta el porteador que me ha llevado las maletas al tren, me ha despedido diciendo su nombre y con una sonrisa.

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También me han gustado mucho en Ahmedabad, la construcciones bajo tierra llamadas Stepwell, unos pozos con una arquitectura precisa y curiosa, con perfectas formas de polígono, dignos de cualquier película de Indiana Jones.

Adalaj Stepwell

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Dada Harir Stepwell

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Y como no puede ser de otra manera, para terminar este post, aquí os dejo la foto del elefante, campando a sus anchas, por en medio de las grandes avenidas de Ahmedabad…. alucinante, nunca me cansaré de ver tal escena, el libro de la selva en el caos urbano de la emergente y contradictoria India.

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